La universidad del siglo XXI ya está más cerca de ser una realidad con la aprobación ayer de la modificación parcial de la Ley Orgánica de Universidades en el pleno del Congreso. La reforma recibió 183 votos a favor de PSOE, CiU, ERC, PNV, IU-ICV, CC y Grupo Mixto mientras que otros 119 (del PP). Los detractores de la nueva norma aseguran que genera una "gran incertidumbre"; el sector crítico lamenta que no venga acompañada de un colchón económico para acometer las modificaciones; y los defensores alaban la "autonomía" que adquirirán las universidades.

En cuanto al dinero, la falta de una memoria económica en la norma ha sido criticada por rectores como el de Vigo, Alberto Gago Rodríguez, que echan en falta los fondos necesarios para acometer la reforma de titulaciones que se precisa.

Será un cambio radical ya que las actuales licenciaturas y diplomaturas serán borradas del mapa. En su lugar, se crearán Grados de cuatro años cuyo diseño deberá ser aprobado por la propia comunidad autónoma (en el caso gallego, la Xunta) así como por el Ministerio de Educación. En concreto, serán "dos filtros" que decidirán si el mapa de titulaciones es el adecuado o no para la región.

Una vez acaben estos estudios, los alumnos podrán continuar especializándose en la propia universidad mediante un doctorado o mediante un máster. Precisamente, aquí se incluye una importante modificación respecto a la actual situación. En estos momentos, un porcentaje elevadísimo de los másters en España debe cursarse en centros privados lo que implica un desembolso económico importante que no todos los estudiantes pueden afrontar. Al pasar a ser ofertados por los centros públicos, es de esperar que los másters serán más económicos y que los alumnos se podrán beneficiar de un abanico mayor de becas.

Alumnos contados

Uno de los fines de esta tercera reforma universitaria de la democracia es incrementar la calidad de la enseñanza. Para ello, al menos sobre el papel, se propone que "desde primero hasta el último curso del máster, se den clases a grupos reducidos (por ejemplo, unos 30 estudiantes en clases prácticas) y con tutorías personalizadas". En este punto, la LOU

-dependiendo del esfuerzo de las autoridades educativas y administrativas- puede servir de carpetazo a las aulas masificadas en las que se han venido formando los alumnos de la enseñanza superior en las últimas décadas.

Para ver todos estos cambios hechos realidad y no sólo escritos en el papel, habrá que esperar. El último curso en el que habrá matriculados en los títulos antiguos (es decir, los actuales) será el de 2010-2011. La comunidad confía en que la nueva LOU, que sustituye a la reforma de 2001 del PP, sirva para "superar las disfunciones" de esta última al aprovecharse la autonomía que disfrutará cada centro para plantearse su futuro.

Por último, indicar que el Congreso respaldó todas las enmiendas del Senado, excepto la que imponía la condición de ser doctor para que un profesor permanente fuese elegido decano de facultad o director de escuela universitaria.