Centenares de cámaras de televisión de todo el mundo se habían congregado esta mañana ante el reservado elegido por los responsables del Parque Zoológico de Berlín para presentar a su club de fans a este oso de cerca de cuatro meses y nueve kilos de peso.

La comunidad de aficionados de Knut había ido creciendo en los últimos meses a medida que aumentaba la curiosidad de ver "en persona" a este animal que el zoológico había decidido mantener apartado del público mientras no estuviera garantizada su supervivencia.

Knut es el primer oso polar en 33 años que sobrevive en el zoo de Berlín y el primero en los 160 años de historia del parque que lo consigue pese a haber sido repudiado por su madre y criarse con biberón.

El éxito mediático de Knut culminó al ser apadrinado oficialmente por el ministro de Medio Ambiente, quien además anunció hoy que lo utilizará como símbolo para la próxima conferencia mundial sobre protección de las especies que se celebrará este año en Bonn.

"Hay pocos animales que simbolizan tan bien las consecuencias del cambio climático como el oso polar, pues sin hielo dejará de haber osos polares", señaló Gabriel, quien apuntó que ya hoy esta especie empieza a tener problemas para encontrar alimento debido al proceso de deshielo que ya está en marcha.

Gabriel anunció que Knut "cobrará" por convertirse en símbolo de la conferencia como cualquier "estrella de pop" que se deja fotografiar con fines comerciales.

"Para nosotros este interés mediático ha sido crucial para llamar la atención sobre el peligro que corren algunas especies", señaló a Efe el director del departamento de depredadores del Jardín Zoológico, Heiner Klös.

Durante las dos horas que duró su presentación en público Knut demostró todas sus dotes de estrella y enseñó todo el muestrario de gestos que hacen derretirse hasta al más duro.

Knut retozó todo lo que pudo, se bañó en una pequeña poza, corrió detrás de su cuidador y acabó en brazos de él succionando su dedo como señalando que había llegado la hora del biberón.

Thomas Dörflein dejó su casa y familia durante los últimos meses y se mudó a la guarida de Knut para poder atenderlo y vigilarlo a todas horas.

Ahora el oso se tendrá que ir acostumbrando poco a poco a una vida con menos mimos y a desarrollarse como cualquier animal de su especie, es decir, como depredador solitario.

Klös cree que la historia de Knut tendrá un final feliz y que el oso blanco podrá crecer y disfrutar de una larga de vida, pues su evolución no esta presentando problema alguno. En cautiverio un oso polar pude llegar a vivir hasta cuarenta años, en la naturaleza sólo en torno a la mitad.

El único problema para sus fans berlineses es que Knut no podrá quedarse demasiado tiempo en Berlín, pues al criarse como huérfano no tiene quien le proteja, por lo que puede convertirse en presa de los otros cuatro osos, su madre Tosca, su padre Lars y las hembras Nancy y Katjuscha.

Tarde o temprano, el zoológico le tendrá que buscar un nuevo hogar, y según Klös, a ser posible en Europa y, en el ideal de los casos, en un zoológico que tenga pequeños de su edad con los que pueda formar un grupo.