El deshielo de las plataformas antárticas Larsen A y Larsen B ha permitido a un equipo español estudiar la fauna de unos fondos marinos inaccesibles para el hombre desde hacía más de mil años y descubrir que los fondos bentónicos son mucho más ricos y diversos de lo que se pensaba.

Según explicaron ayer los investigadores del CSIC Enrique Isla y Josep-María Gili, el objetivo de su proyecto, "Climant", es estudiar el "acoplamiento" que se produce en la Antártida entre el fondo marino (bentos) y la columna de agua (pélagos). Cuando se desintegran fragmentos de la plataforma helada, los icebergs resultantes se comportan como "verdaderos bulldozers" y destruyen los fondos a su paso, apuntó Enrique Isla, responsable del proyecto en España, en el que también participan científicos alemanes y chilenos, entre otros.

Después, los micronutrientes y semillas almacenados en el hielo se precipitan al fondo del mar, lo que permite que la vida se desarrolle y se produzca la colonización con especies de zonas cercanas en las zonas arrasadas, dijo Isla.

"La retirada de las plataformas de hielo de la zona estudiada nos ha dado la posibilidad de llegar a un lugar en el primer momento de esta recolonización", añadió.

Lo que más asombró a los científicos fue descubrir que el fondo marino en esta plataforma continental era mucho más rico y diverso en animales bentónicos de lo que tenían previsto, puesto que hasta el momento se pensaba que "el ecosistema antártico era más lento", explicó Gili.

Entre las especies halladas durante la campaña se encuentran ascidias, de aspecto semejante a tubos de plástico, y holoturias, similares a las babosas, que al parecer son los primeros grupos en llegar a las zonas despobladas. En algunos lugares estas comunidades de animales cubren casi por completo el lecho marino.

Además, encontraron crinoideos pedunculados, animales cuyos brazos se extienden en forma de palmera, que hasta ahora eran asociados a mares profundos, "lo que induce a pensar que las condiciones ambientales existentes bajo las plataformas de hielo son parecidas a las que se dan en el mar profundo", dijo Enrique Isla.

Los deshielos, y consecuentes desprendimientos de icebergs, por sí mismos no se pueden considerar negativos.

Durante los 40 millones de años en que la Antártida "está donde está" este proceso ha provocado un aumento en la diversidad de especies.

El gran peligro del cambio climático es la posible envergadura que pueda alcanzar porque "si desaparece el hielo alrededor de las zonas destruidas, no habrá desde donde colonizar", especificó Gili.

Sin embargo, el científico opina que la mayor amenaza para estos ecosistemas no es el calentamiento global -"tras 40 millones de años congelándose la Antártida no se descongelará en 100", indica- sino el aumento de las cuotas de pesca de krill, un pequeño crustáceo que sirve de alimento a muchas especies polares como por ejemplo las ballenas.