¿Dónde estamos entonces, según Galindo, si hablamos del norte? En un paisaje en el que, desde los años 50, tras la guerra civil, se refina el aparato represivo y se instaura un complejísimo entramado inspirado en la experiencia estalinista y basado en la obligatoria responsabilidad civil. Todo el mundo cuida a todo el mundo y todo el mundo vigila a todo el mundo. ¿Teléfono? Nada ¿Internet? Aún menos. Prohibida la comunicación con el mundo. ¿Y su capital, Pyongyang? Dio unas pinceladas Bruno Galindo sobre esa capital norteña "tan verde que, por momentos parece más bien un bosque con algunas zonas de ladrillo y asfalto", con tres millones de moradores que presumen vivir al tiempo en el campo y la ciudad, sin coches por la crisis energética, con avenidas anchas y orgullosas "ideales para desfilar", salteadas de propaganda, bloques, altares y columnas... "Si quieren escapar o moverse -dijo- piensen que todo el movimiento entre ciudades está controlado y en cualquier lado un soldado les pedirá la documentación, billete o permiso de viaje".

"En China hay tolerancia cero con los huídos"

Y habló del sur, claro, aunque menos por la dictadura del tiempo, y de los refugiados que llegan allí desde el norte, como llegan a China aunque este país les busca y les devuelve, con una "política de tolerancia cero. Aquellos que llegan a Corea de Sur, por lo contrario, reciben dinero, tratamiento de reinserción y las claves mínimas para empezar una nueva vida, aunque no siempre lo consiguen. Imagínense el shock y las dificultades de adaptación de esa gente al paraíso tecnológico capitalista. Imagínense que cae el muro que separa a los dos países. Antes tienen que pasar por una temporada en un centro gubernamental en el que son interrogados y donde aprenden cosas tan elementales como programar una lavadora, utilizar un mando a distancia..."

Recordemos que pasan de un país en el que sufren hambrunas a otro en el que no hay tiempo para comer, de tanto que se trabaja. "Unas dos mil personas al mes salen del norte e intentan llegar al sur, a pesar del riesgo que corren. ¿Y cómo llegan? Esa ya es otra historia".