En las últimas décadas los casos de pequeños, sobre todo niñas, vendidos para dar en adopción, aumentaron considerablemente como consecuencia de la política del hijo único en las zonas rurales, donde tradicionalmente se tiene preferencia por los varones, que pueden trabajar en el campo.

El Gobierno decidió modificar la norma en estas zonas de tal modo que, si el primer hijo es niña, los campesinos pueden tener un segundo vástago, pero los casos de abortos e infanticidios, así como de abandonos y venta de niñas, han continuado, por lo que algunos países, como Alemania, prohíben a sus ciudadanos que adopten en el país asiático.

Casi tres décadas después de la aplicación de la política del hijo único, el desequilibro de sexos en algunas zonas del país resulta tan marcado que los hombres han optado por una nueva técnica para acabar con su soltería: comprar a sus mujeres en zonas más pobres del país.