El Vaticano emplazó ayer a todos aquellos profesionales directamente relacionados con la tutela de la vida humana a optar por una "valiente objeción de conciencia" ante las normas legislativas que "la pongan en peligro", como serían los casos del aborto y la experimentación científica con embriones, entre otros.

Esta es la principal conclusión de la XIII Asamblea de la Pontificia Academia por la Vida, que tuvo lugar en la Santa Sede los pasados 23 y 24 febrero y que la Santa Sede hizo pública ayer. A través de un comunicado, la Santa Sede se dirige en particular a los "médicos, enfermeras, farmacéuticos y personal administrativo, judicial o parlamentario", entre otros, que en el ejercicio de su profesión deban tomar parte en actuaciones que atenten contra la vida humana.

En el caso concreto de los profesionales sanitarios, el texto subraya la especial "dificultad" que tienen a la hora de ejercer este derecho, al venir "generalmente reconocido sólo a las personas singulares y no a las estructuras hospitalarias o a las asociaciones", como ocurre cuando un médico o un farmacéutico debe recetar o administrar métodos de contracepción abortivos de emergencia, por ejemplo. El documento advierte sobre la existencia "de una fuerte presión" por parte de "grupos coordinados e influyentes" que trabajan para abrir la "ruinosa brecha" de la despenalización, con la que se van legitimando cada vez más atentados contra la vida humana".