"Un trasfondo bélico como la Guerra de Marruecos y el oscuro periodo de entreguerras, donde el ser humano tiende a sufrir comportamientos extraños, dan como resultado una mezcolanza que necesitaba de una novela", explica a EFE Juan Ramón Biedma, un autor afincado en la novela negra, que cuenta con otros dos títulos "El manuscrito de Dios" y "El espejo del monstruo".

En "El imán y la brújula", Éctor Mena es un ex-profesor de historia que, tras desertar de la Guerra de Marruecos, sobrevive como pequeño contrabandista. La vida de este personaje sufre un giro radical cuando le encomiendan la búsqueda de una trilogía de filmes que circulan en el mercado negro y cuya última entrega contiene el asesinato real de una persona.

Las cintas, grabadas por un grupo de jóvenes de la alta sociedad que intentan liberarse "de la necesidad de Dios" siguiendo los dictámenes filosóficos del Marques de Sade, son la llave de una tensa situación política en la que están implicados las más altas esferas gubernamentales españolas y un grupo de militares africanistas.

Según explica Biedma, el proceso de documentación fue "exhaustivo", no sólo por el momento histórico, sino por la necesidad de "calibrar" hasta la última expresión de cada personaje y no incurrir así, en desfases argumentales, explica el escritor.

Por otro lado, el legado filosófico del marqués de Sade -figura que le resulta muy interesante por "su defensa de la libertad en el sentido salvaje de la palabra"- le valió para mostrar el paradigma de unos personajes "que llevan su filosofía de vida hasta las últimas consecuencias".

El autor, que denomina el conflicto hispano-magrebí como "el Vietnam de España", confiesa su dificultad para relatar las contiendas bélicas, unos pasajes que "rayan el género de novela de terror", y es que por su crudeza, sólo pueden "ser contados de esta manera".

Biedma tiene entre manos otro proyecto literario, al que califica de "doble y extraño", y que constará de dos novelas que escribirá simultáneamente, aunque no verá la luz hasta finales del año que viene.

Mientras la primera, destinada a un público joven, será "una fantasía callejera con toques negros ambientada en 1923", la segunda retomará los mismos personajes de la anterior, catorce años después y tras ingresar en varias instituciones mentales.