Inmaculada Echevarría, la mujer de 51 años que padecía distrofia muscular progresiva, vio cumplido ayer su deseo de que le retirasen el respirador que la mantenía con vida y falleció a las 21.00 horas en el Hospital de San Juan de Dios, del Servicio Andaluz de Salud, a donde había sido trasladada.

Antes de desconectarla de la unidad de ventilación mecánica que la mantenía "artificialmente con vida", el equipo asistencial que la atendía adoptó las medidas necesarias para que no sufriese "ningún dolor", informó ayer la Delegación Provincial de Salud.

Inmaculada Echevarría fue trasladada en la mañana de ayer del Hospital San Rafael de Granada gestionado por una orden religiosa, donde ha estado los diez últimos años, al de San Juan de Dios, dependiente del Servicio Andaluz de Salud (SAS).

El traslado fue a petición de la orden religiosa de San Juan de Dios, que gestiona el hospital en el que permaneció la paciente postrada en una cama por la tetraplejia que le causó su enfermedad y conectada a una unidad de ventilación mecánica.

Aunque la dirección del centro señaló ayer en un comunicado que consideraba la petición de su paciente "correcta y aceptable, desde el punto de vista jurídico y ético", al parecer, prefirieron optar por trasladarla a un centro del SAS ante las opiniones contrarias de ciertos sectores religiosos.

Echevarría tenía la autorización del Comité Ético de la Junta de Andalucía y del Consejo Consultivo Andaluz para que se cumpliese su petición, que se encuadraba en un caso de limitación de esfuerzo terapéutico y no de eutanasia.

La Junta de Andalucía aseguró en todo momento, tras conocer los dictámenes favorables de ambos organismos, que garantizaría "el cumplimiento de la petición de la paciente", que ha sido atendida hasta el último momento por el mismo equipo médico asistencial que la venía tratando en el Hospital San Rafael.

Tal como establecieron el Comité Ético de la Junta y el Consejo Consultivo Andaluz, la paciente fue sedada para evitar cualquier sufrimiento.

Antes de desconectarla de la unidad de ventilación mecánica y pese a que nunca desistió en su voluntad de rechazar dicho soporte vital, profesionales médicos y psicológicos la informaron de todo el proceso y confirmaron de nuevo que quería que la desconectasen.

En los últimos días recibió la visita de su hijo biológico, que reside en Zaragoza, al que dio en adopción a los pocos meses de vida porque su marido falleció en un accidente de tráfico, informaron a Efe allegados de Echevarría.

También se despidió de sus amigos y conocidos, que según reconoció ella misma eran pocos, y rechazó cualquier contacto con los medios de comunicación, que siguieron su caso desde que ella decidió hacer público su deseo.

"Eutanasia pura y dura"

Por otra parte, Natalia López Moratalla, doctora en Ciencias Biológicas y catedrática de Bioquímica, calificó el caso de Echevarría de "eutanasia pura y dura", después de que la enferma fuera desconectada del aparato respiratorio que la mantenía con vida.

Moratalla subrayó que la legislación actual permite retirar el "esfuerzo terapéutico" cuando "un paciente no tiene salida, es decir, se encuentra en estado terminal" y sólo representa un "ensañamiento inútil sobre su salud".