Enríquez realizó estas declaraciones durante el debate que mantuvo esta mañana con el catedrático de Derecho Civil Carlos Rogel, con motivo de la presentación del libro "El derecho de autor de los directores de Fotografía" (Editorial Reus), del que es autor este último.

Rogel reivindicó el "papel imprescindible" del director de fotografía como coautor de la obra cinematográfica y puso en evidencia su omisión en la nueva Ley de Propiedad Intelectual, que sí contempla de forma explícita la labor creativa de los directores, guionistas y músicos de cine.

"De una película no recordamos con detalle ni los diálogos ni la música, sino las imágenes", señaló el catedrático, que destacó la importancia de los directores de fotografía como responsables de la ambientación, en cuanto que "pintan y esculpen cada plano con la luz y el color".

Para Rogel, que definió el cine como una "industria de coautores", el valor artístico y creativo de los directores de fotografía es algo "evidente e indiscutible" que nunca se ha puesto en duda entre los profesionales del sector.

Enríquez añadió que en la industria del cine cada autor reclama sus derechos y que los directores de fotografía, que "siempre han sido el patito feo", no cuentan en la actualidad con ningún apoyo por parte de las asociaciones de cineastas que ya éstos tienen derechos de autor reconocidos.

Rogel hizo hincapié en la "importancia moral" del reconocimiento de la autoría de los directores de fotografía, por encima de la económica, ya que, para él, los daños a la integridad de la obra, a la privacidad y al honor del artista, superan a los beneficios económicos que les pudiera reportar este reconocimiento.

Enríquez se sumó a esta postura y admitió haber experimentado en su persona el vacío legal en cuanto a sus derechos de autor, al observar en varias ediciones de películas suyas en DVD una "total manipulación" del formato de la fotografía.

"No podemos reclamar como autores de nuestras propias obras", afirmó el autor de la fotografía de "Lugares comunes" y "Amanece que no es poco", que reivindicó que, aunque aún no se contemplen los derechos económicos, "por lo menos se impida la tergiversación".

Rogel denunció, además, la "falta de cohesión" entre las legislaciones sobre propiedad intelectual de los diferentes países, que, bajo "normas contradictorias", impiden el mercado único, y apuntó que a este respecto la Comisión Europea "no ha sido muy proclive en cuanto a los derechos de los directores de fotografía".

Para el catedrático, las leyes deben contemplar la autoría de cada creador cinematográfico, en cuanto que sobrepase la frontera del trabajo meramente técnico; un límite que, a su entender, lo deben fijar las academias y los cineastas, no los juristas.

Aunque no quiso manifestar su opinión acerca de la polémica actual entre las entidades de gestión de los derechos de autor y las empresas relacionadas con las nuevas tecnologías, Rogel confesó ser partidario de las primeras como "mal menor necesario".