Para el español Jesús Gras, propietario de la distribuidora SBD, con sede en esta ciudad, capital de Texas, las razones para explicar esa apatía literaria se debe a la falta de publicidad por parte de los grandes medios de comunicación en español y a la idiosincrasia de los hispanos que viven en Estados Unidos.

"Antes había aunque sea un espacio de media hora semanal para la crítica de libros en la televisión, ahora ha desaparecido. Además, los precios de los libros, por ejemplo, son más caros en este país que en México y eso limita las ventas", indicó Gras.

Añadió que el reto es "ofrecer el libro correcto al público adecuado" ante la diversidad de los hispanohablantes de primera generación en EEUU.

Según Gras, de los 120.000 nuevos títulos que se publican en el mercado editorial mundial, el 2 por ciento es en español y de esa cantidad un ínfimo número de obras escritas en la lengua de Cervantes se distribuye en este país.

El director de la editorial Chulainn Publishing Co., de Colorado, Alfredo Marroquín, cree que uno motivos por los cuales la venta de libros en español "no ha despegado" es porque los inmigrantes no tienen "buena educación literaria" ni el hábito de la lectura.

"Otro punto a considerar es que los hispanos con educación universitaria tienden a leer en inglés al igual que los de segunda y tercera generación, quienes han pasado por el sistema escolar anglo", dijo Marroquín.

Para Liliana Valenzuela, escritora y traductora al español de libros como "Caramelo", de la "mexicoamericana" Sandra Cisneros, existe un fuerte arraigo por lo que ella denomina "una lectura compartida" sobre la misma obra.

"Vemos que las obras de escritores chicanos llaman la atención y las familias las compran en ambos idiomas, tanto para los más jóvenes que leen en inglés como para sus padres o abuelos que lo hacen en castellano", dijo Valenzuela.

Sin embargo, Carmen Rivera, gerente general de la librería Lectorum, una de las más antiguas de Nueva York, aseguró que es imposible medir las causas de la "apatía a la lectura en español".

"Afirmar que no leemos es para mí una ofensa, aunque es cierto que mientras más crece la población hispana no pasa lo mismo con las ventas", indicó Rivera, con 20 años de experiencia en la distribución de libros en inglés y en español.

Liz Escamilla, que trabaja en la biblioteca pública de Grand Prairie, a 64 kilómetros al oeste de Dallas, afirmó que uno de los problemas que ha tenido a la hora de adquirir libros ha sido la falta de críticas sobre obras originales escritas en español.

"Uno de los requisitos para poder aumentar nuestro material de libros infantiles en español es que existan al menos dos críticas impresas en los medios de comunicación sobre un título, para poder comprarlo. Pero en la mayoría de los casos no están disponibles", agregó.

La primera Feria Internacional del Libro de Dallas se celebró el fin de semana último con la participación de escritores latinoamericanos como Ivar Da Coll, de Colombia; Yanitzia Canetti, de Cuba; Iván Miño, de Ecuador; Vivian Manssur, de México; Juan Rivera Saavedra, de Perú, y C. Robert Umaña, de Uruguay.