"Estoy con la sensación de salir del vientre de una ballena", confiesa Manuel Rivas, que ha finalizado el proceso de corrección de esta obra que cuenta con unas ochocientas páginas, su libro de mayor extensión.
El escritor gallego se encuentra en Londres para participar en un ciclo sobre lenguas minoritarias, organizado por el Instituto Cervantes de la capital británica, y en el que tuvo ayer como interlocutor al poeta irlandés Gabriel Rosenstock.
Refiriéndose a su nueva obra, Rivas señaló que es una novela "poblada de personajes y de esferas que se entrecruzan, donde los protagonistas son los libros y la palabras".
Añadió que tiene una "visión ecológica" de las lenguas, a la vez que erótica, porque "metafóricamente forman parte de la biodiversidad y de la riqueza del medioambiente".
"Es como si en el mundo existiera una sola especie vegetal y animal, sería algo horrible porque lo uniforme equivale a lo moribundo a lo yermo", explicó el novelista y poeta.
Lenguas de abrazo
En cuanto al erotismo, apuntó que "las lenguas están para hacerse el amor y entrar en contacto unas con otras" y en la península Ibérica su relación debería "de abrazo, de intercambio y fronteriza". Para Rivas, la relación de pugna entre las lenguas acabaría si se lograra despojarlas de las interferencias del poder.
El escritor dijo que personalmente mantiene una relación de amor tanto con el gallego como con el castellano. "Mientras que para mí el gallego es la lengua de la calle, la fiesta y los sentimientos, el castellano es la lengua de Lorca y de Machado, también muy importante en mi trabajo".
Según Rivas, no tiene sentido aplicar el término minoritario a una lengua "desde el punto de vista de libertad del pensamiento, porque cada lengua contiene un mundo. De hecho, en gallego se escribió uno de los tesoros de la Humanidad, las Cantigas (de Alfonso X el Sabio), donde están contenidos todos los géneros", apuntó. El autor se mostró, en cualquier caso, interesado por "el internacionalismo, más que por la idea rancia de los nacionalismos".