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Miguel Boo: "Manuel Rieiro llegó a negar la entrada a su bar a Ava Gardner y Frank Sinatra"

El vigués publica las memorias de un emigrado gallego, amigo de estrellas y artistas en Río de Janeiro donde fundó un bar que visitaron hasta varios astronautas

Miguel Boo, ayer, en Compostela. // Óscar Corral

En el año 1985, cuando Desmond Tutu se convirtió en el primer obispo anglicano de raza negra y España levantaba su verja con Gibraltar, un encuentro fortuito "cambiaría" la vida del periodista gallego Miguel Boo. En aquel año impar, se cruzaría en su vida Manuel Rieiro, un hombre con una historia increíble que acaba de plasmar en libro (Manuel Rieiro. Cómo conquisté Brasil) el comunicador vigués afincado en Compostela.

"Él es el triunfo de la gente que se hace a sí misma, el triunfo de la constancia. Tiene una historia espectacular que me propuso escribir. Yo tuve que saber si aquellas historias que me contaban eran reales o no. Claro él, por ejemplo, narraba que un día los astronautas que habían ido a la Luna acudieron a su bar en Brasil. Yo, obviamente, era incrédulo aunque no se lo decía", explica Boo quien segundos después de estas palabras rompe el misterio y la duda para decir: "Todo era cierto". Movido por la curiosidad periodista, solicitó a Rieiro documentación y éste le ofreció toneladas de cartas, recortes de prensa y fotografías de una época en la que no existía el Photoshop. En estos documentos, se certificaba que todo lo que contaba era cierto, incluso aquella anécdota de que un día no dejó entrar en su bar a Ava Gardner y Frank Sinatra porque carecían de reserva y a pesar de que estos se lo pidieron personalmente.

Un camino de flores

Tal era la forma de ser del gallego, que para él primaba el respeto a sus vecinos y clientes a los que no podía negar una mesa por haberla pedido antes que las estrellas norteamericanas. Por supuesto, esa anécdota fue plasmada en la prensa brasileña y su eco llega a nosotros con el libro de Boo quien recuerda el instante cuando conoció al emigrante.

"Cuando lo conocí, rememora Boo, realmente, lo que me impactó era lo que me decía. Era tan increíble que no lo creía", explica Boo en la mañana de ayer sábado. "Me contó que cuando tenía 17 años emigró a Brasil. El era de una aldea de Santa Comba donde a principios de los años 60 no había ni luz, ni agua potable. A pesar de marchar con una mano delante y otra detrás, se convirtió en el rey gallego de la noche de Ipanema". En buena medida, su abuela lo había presagiado en la marcha. "En Brasil, encontrarás un camino lleno de flores", le dijo.

Así fue como este rey llegó a tratar con personalidades históricas gracias al golpe de la suerte en su favor, a coincidencias y a una forma de ser diplomática encaminadas siempre a la concordia más que a buscarse enemigos. La forma de canalizarlo fue la formación y la puesta en marcha de un negocio de hostelería peculiar y que sorprendió a Boo. "Yo estaba acostumbrado a que muchos emigrantes gallegos emigrados a Brasil hiciesen negocio en el gremio de la hostelería con distintas ramificaciones nocturnas en las que no voy a entrar. En su caso, era una rara avis, él montó un pequeño bar-restaurante que recibía a la crema de la intelectualidad, desde los creadores de la bossa nova, a periodistas, arquitectos y artistas, entre otros."

Las huellas en el barro

Pero esto no hubiera ocurrido si el azar no se hubiese aliado con él. "El primer o segundo día de llegar a Río de Janeiro -relata Boo- fue a dar una vuelta alrededor de la pensión donde estaba alojado yendo a parar al Museo de Arte Moderna. Su predilección por el arte le invitó a entrar pero sus zapatos manchados de barro dejaron las huellas en el suelo y el guardia de seguridad le llamó la atención así que marchó. Al día siguiente, decidió volver para pedir disculpas".

Fue ahí cuando se cruzó con una elegante señora bajando de un coche y de nombre Neomar Muniz que resultó ser la directora del museo. Las palabras que se cruzaron debieron impresionar a la señora que pasó a ser su protectora en la ciudad así como su guía hacia una formación que lo impulsaría en el futuro. Ese porvenir fructificó en el Antonio's, su bar, que tendría también un papel clave durante la dictadura en el país.

Entre poetas y militares

En el año 1964, hubo un golpe de estado que llevó al poder a una dictadura militar hasta 1985, durante lo que se llamó 'Os anos do chumbo' (los años del plomo ). "En este tiempo, el Antonio's fue el templo donde se refugiaba la intelectualidad carioca pero también los opositores que, en muchos casos, eran los mismos", explica Boo quien aclara que el libro son unas memorias en las que no hay nada novelado.

"Tuvo mucho mérito y fue muy habilidoso porque fue capaz de convertirse en amigo de Vinicius de Moraes, Chico Buarque... y al mismo tiempo ser amigo de los militares que represaliaban. El Antonio's era como una tierra sagrada. Vinícius, Buarque, por ejemplo, recibían correspondencia allí en lugar de sus casas porque así burlaban la censura. Los militares no se atrevían a meterse con él. Además, iban allí para presumir que eran aperturistas", señala Boo.

Con estas anécdotas y otras, Rieiro -que aún vive y en Galicia- tiene un capítulo importante en la vida de Río de Janeiro así como de Brasil que estuvo silenciada en Galicia durante años. Ni siquiera sus vecinos de Santa Comba conocían estos detalles que ahora se vierten en el libro de Boo y que buscan romper el dicho de que nadie es profeta en su tierra.

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