Cuando uno busca Jennifer en Google, le salen en primer lugar las actrices de moda: Lopez, Lawrence o Aniston. El tiempo lo determinará, pero es posible que a la vuelta de unas cuantas décadas se considere mucho más relevante a Jennifer Doudna (Washington D.C., 1964), bioquímica y profesora en la Universidad de California en Berkeley, donde ocupa la Cátedra Li Ka Shing Chancellor de Ciencias Biomédicas. Mañana recogerá en Oviedo, junto a Emmanuelle Charpentier, el Premio "Princesa de Asturias" de Investigación por sus contribuciones en una técnica de "edición" del ADN-basadas en las secuencias denominadas CRISPR- que promete importantes avances en el tratamiento de enfermedades humanas y en aplicaciones para los animales y la agricultura.

-"Editar" el genoma. Es decir, cortar y pegar el ADN, como se hace al escribir un texto.

-La técnica para editar el genoma se sirve de una proteína bacteriana que corta el ADN. Lo más importante es que los científicos pueden controlar los lugares de corte. Podemos cambiar el ADN de las células al servirnos de la proteína CRISPR para cortarlo en los lugares deseados y permitir así que las células reparen este ADN con la información que deseamos introducir.

-Al final es una especie de corrector de textos de un programa informático.

-Me gusta esa analogía.

-En el caso del genoma es más sencillo cortar que pegar.

-El corte utiliza la tecnología CRISPR, que fue evolucionada en las bacterias. Nos aprovechamos de la capacidad natural de la proteína CRISPR para cortar. Sin embargo, tras el corte en el ADN las células tienen que detectar este corte y repararlo. Utilizan distintas vías que están presentes en la célula y que los científicos aún no podemos controlar. Éste es un área muy importante de investigación para el futuro:averiguar cómo podemos controlar el proceso de reparación. Pienso que está llegando, pero todavía no hemos llegado. Ahora mismo podemos controlar el cortar, pero no el pegar.

-¿Es éste el mayor desafío para los investigadores?

-Hay dos retos. Uno, controlar la reparación, el paso de pegar. El otro es llevar esta molécula de corte a las células o tejidos.

-¿En qué campos de la ciencia están las principales aplicaciones de este procedimiento?

-En muchos. La tecnología CRISPR funciona en todo tipo de células en las que se ha estudiado: humanas, animales, de plantas, hongos, bacterias... Esto significa que va a ser útil en la investigación en todos estos sistemas. Muchos científicos en el mundo están utilizándola. Creo que veremos muchos desarrollos de terapias en seres humanos y en enfermedades animales. Y en plantas para ayudarlas a afrontar las consecuencias del cambio climático o si han sido atacadas por plagas.

-En el caso de los humanos, ¿en qué plazo pueden llegar estas aplicaciones?

-Siempre es difícil calcularlo. Aún cuando tengamos una tecnología maravillosa y fantástica, como la CRISPR, hay que dar muchos pasos para contar con un fármaco seguro y efectivo en seres humanos. Es muy probable que veamos los primeros ensayos clínicos en los dos próximos años. Sin embargo, una vez que empecemos con los ensayos clínicos podemos tardar diez años en completar todas las pruebas para la seguridad y en contar con un fármaco seguro y efectivo en seres humanos.

-¿Para qué enfermedades?

-Creo que las primeras enfermedades que se tratarán con la tecnología CRISPR serán las hematológicas, por ejemplo la anemia falciforme, y las oftalmológicas. El motivo es que tanto la sangre como el ojo son tejidos a los cuales ya podemos llevar la tecnología CRISPR de forma eficiente para que llegue a esas células. En otros tejidos va a ser más difícil.

-¿Y para el cáncer?

-Mi opinión es que esta tecnología va a ser especialmente útil para programar las células del sistema inmunológico y que puedan atacar a las células cancerosas. Cada vez sabemos más sobre este mecanismo de ataque.

-¿Habla de reactivar el sistema inmunológico?

-Se trata de tomar células inmunológicas de un paciente con cáncer y utilizar información acerca del cáncer que padece ese paciente en particular, para poder programar su propio sistema inmunológico, sus propias células, para que reconozcan y maten a su propio cáncer.

-Existe una controversia entre usted y Emmanuelle Charpentier, por una parte, y el científico Feng Zhang, por otra, en torno a una patente que se considera muy valiosa. Está en juego mucho dinero.

-Hay muchas personas que están muy emocionadas con el potencial que ofrece esta tecnología y, por lo tanto, hay un esfuerzo investigador y comercial muy importante. Lógicamente, las empresas y los inversores quieren saber quién es el dueño de esa propiedad intelectual. Ésa es la base de esta disputa.

-¿Y de quién es la propiedad?

-Es una pregunta genial, pero tardaremos en averiguarlo. Confío en la ciencia fundacional que hemos hecho Emmanuelle y yo a la hora de establecer esta tecnología. El proceso judicial lleva mucho tiempo; puede que tardemos bastante en aclarar esta cuestión respecto a la patente.

-El desarrollo de esta técnica huele a Premio Nobel. ¿A quién deberían dárselo?

-Lo que me emociona es la ciencia y todos los desarrollos realmente maravillosos que estamos viendo a nivel mundial con esta tecnología. Es un honor para mí ver la investigación fundacional que hemos hecho Emmanuelle y yo, y también los estudiantes de nuestros laboratorios. Hemos visto el desarrollo de una tecnología increíble y que creemos que va a tener un impacto muy grande a la hora de resolver problemas reales de los seres humanos en el futuro.

-Hoy, 21 de octubre [por ayer], es el día al que Marty McFly se trasladaba en su famoso "Regreso al futuro". ¿A qué avance científico del futuro le gustaría viajar a usted?

-(Se lo piensa largamente). Como investigadora, mi sueño es comprender mucho mejor lo que el genoma de una célula nos cuenta acerca del desarrollo normal de los organismos, pero también qué es lo que falla cuando estos organismos tienen una enfermedad genética.