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El rechazo a los transgénicos crece en la UE con once países en contra

Francia o Alemania buscan prohibirlos. Galicia es la comunidad con menos hectáreas de producción

El movimiento social contra los cultivos transgénicos en Europa está dando pasos decisivos entre los estados miembro. Hasta el momento y según los datos de Greenpeace, un total de once países de la UE "han notificado formalmente a la Comisión su intención de prohibir" este tipo de producción agrícola en su territorio. Se trata de Alemania, Austria, Croacia, Francia, Grecia, Hungría, Letonia, Lituania, los Países Bajos, Polonia y Chipre. El colectivo ecologista añade que es más que probable que otros cuatro sigan estos pasos, sin que España se decante ni por uno ni por otro grupo.

No obstante, el responsable de la campaña de Agricultura de Greenpeace, Luís Ferreirim, se muestra optimista respecto a que el Estado español apruebe el cese de estas plantaciones. "Ya estuvimos más lejos de conseguirlo. Cada vez hay un rechazo mayor. La esperanza no para de crecer; cada vez estamos más cerca de una Europa libre de transgénicos", vaticinó.

La realidad, de momento, es otra. La propia Greenpeace reconoce que España sigue siendo el estado europeo con mayor superficie dedicada a transgénicos. No obstante, la cifra de hectáreas varía según el organismo al que se le pregunte. Para el Ministerio de Agricultura (Magrama), fueron 131.537 hectárea durante el año 2014. Los datos de las comunidades son otros: 82.792 hectáreas, es decir, casi 83 millones de metros cuadrados.

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El baile en las cifras se debe a que las comunidades basan su cifra en lo certificado por los agricultores; mientras que el Ministerio "realiza estimaciones en base a la venta de semillas" y no a los cultivos declarados, aclara Ferreirim.

Greenpeace sitúa a Aragón como la comunidad que más maíz transgénico siembra. No hay que olvidar que este cereal es el único transgénico cuyo cultivo se permite en España, si bien a nuestras fronteras llegan soja o algodón transgénicos aunque procedentes de otros países externos a la Unión Europea, según certifica la entidad ecologista.

En el desglose autonómico, Aragón figura con unas 32.000 hectáreas. Le siguen las 22.300 de Cataluña y las 7.100 de Extremadura. Galicia se mantiene a distancia, con 4,28 hectáreas repartidas por cinco municipios de las provincias de A Coruña y Pontevedra.

Lalín, el mayor productor

No obstante, es en esta última la que acapara la mayor parte. Lalín es, precisamente, no solo el concello gallego con el mayor número de plantíos transgénicos sino que estos suponen el 79% del total galaico.

Por su parte, ni Santiago, ni A Estrada, ni Campo Lameiro ni Forcarei superan la hectárea.

Estas cifras sitúan a Galicia como la autonomía con menor superficie de este tipo de maíz; mientras que Asturias, Cantabria, País Vasco y Canarias tienen su contador a cero.

Para el responsable del área de Agricultura de Greenpeace, sería "muy fácil en la comunidad gallega dar un paso atrás y prohibir este cultivo. Galicia ya se ha manifestado en contra de estas plantaciones".

En la actualidad, son 23 los ayuntamientos gallegos que se declaran libres de transgénicos, un movimiento que desde Greenpeace animan a que crezca con ayuda ciudadana. Su propuesta es que se escriba a los gobiernos locales para solicitarles que sus corporaciones aprueben una declaración de Zona Libre de Transgénicos, plantilla que se puede lograr en http://www.greenpeace.org/espana/es/Informes-2015/Julio/Carta-libre-de-transgenicos.

Pero ¿cómo convencer a los ciudadanos de unirse a este movimiento? Para Greenpeace, está claro, hay que informar a agricultores y resto de habitantes de que la industria "vende" el maíz transgénico como un producto resistente a plagas -especialmente al taladro- y que ofrece mayor rendimiento, lo que el colectivo ecologista pone en duda.

Además, enfatiza en un riesgo: la contaminación genética por la que el maíz transgénico se libera de polen con material genético que acaba entrando en el maíz, aunque sea ecológico, de fincas vecinas. Cuando esto ocurre, la producción ecológica se pone en peligro. "Los consejos reguladores realizan analíticas y consideran muy grave que los genes del transgénico entren en la cadena alimenticia. El cultivo ecológico perdería credibilidad, por lo que si el maíz ecológico se contamina no se puede comercializar para consumo humano y el agricultor perdería", señala Ferreirim.

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