Solo el sonido de las campanas pudo romper el sentido silencio, apenas unos segundos. Fue después de un fragmento de una sonata de Bach al violín y de que alzaran la voz familiares de las víctimas. El cementerio de Pereiró apareció iluminado por el claroscuro del sol de mediodía de un nuevo 27 de septiembre, imponiéndose sobre la sombra de las lápidas.

Más de un centenar de personas -300 según la organización- se citaron ante la sepultura de Xosé Humberto Baena para honrar a uno de los últimos cinco fusilados por el franquismo con 21 años. Pero no solo por él y el también gallego de Gondomar, José Luís Sánchez Bravo-Solla, muerto en la misma madrugada de 1975. También por las voces silenciadas. Por aquellos disparos que aún 40 años después resuenan en las reivindicaciones de la memoria, exigiendo una restauración democrática de los crímenes del franquismo que se perpetraron sin juicios con garantías, después de torturas y confusas pruebas intimidatorias.

Por trigésimo noveno año consecutivo, familiares y camaradas de aquellos dos jóvenes veinteañeros ocuparon el camposanto en memoria de los antifranquistas muertos aquel 27 de septiembre, en el último golpe de efecto de la dictadura por ajusticiar la disidencia. En realidad fueron cinco: Xosé Humberto Baena, José Luis Sánchez-Bravo y el catalán Ramón García Sanz -militantes del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP)-, y Jon Paredes, Txiki, y Ángel Otaegui -de ETA-, "Txiki". Banderas republicanas y flores tricolor completaron la sinfonía, en la que no faltó el himno gallego, ni los versos.

Celso X. López leyó una declaración, como miembro de la "Comisión 27 de septiembre" en la que reclamó de las "fuerzas políticas y sindicales y las organizaciones y asociaciones vecinales que actúan en nuestra ciudad para exigir a la Corporación municipal que dedique un espacio público a la memoria de Xosé Humberto Baena y de sus compañeros asesinados".

Por su parte, Laura Pérez Durán leyó un texto remitido ex profeso por la escritora española Rosa Regás: "Han pasado 40 años más y el mal que nos hizo no ha remitido del todo. Que la muerte de los luchadores que cerraron la vida del dictador no haya sido inútil; que su memoria nos recuerde el deber de restituir a España lo que había conseguido por la legalidad democrática [...] Nuestro emocionado recuerdo a todas las víctimas conocidas y desconocidas, asesinadas o marginadas, derrotadas todas hasta la humillación y la muerte, y a sus herederos que hoy pedimos una vez más justicia".

Se prosiguió con la lectura de sendos poemas escritos para la ocasión por Manuel Pipas y Manuel Sio y el poeta Xosé María Álvarez Cáccamo eligió la lectura de unos versos de su libro "De mañá que medo".