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"Aquella bala destrozó a toda nuestra familia"

Hoy se cumplen 40 años de las últimas ejecuciones del franquismo. Dos de los 5 fusilados eran vigueses

Última foto del álbum familiar de José Luis Sánchez- Bravo Solla, datada en julio de 1975 y cedida por su hermana.

Fue la noche más larga. La última. Y la pasaron juntos en celdas contiguas. Cometieran o no los delitos por los que fueron condenados, los vigueses Xosé Humberto Baena Alonso (24 años) -acusado de matar a un policía- y José Luis Sánchez-Bravo (21 años) -a un guardia civil-, fueron víctimas de un simulacro de justicia que los sentenció, antes de juzgarlos. Las pruebas incriminatorias fueron arrancadas mediante torturas o se manipularon burdamente y se les privó de las mínimas garantías de defensa. En una madrugada como la de hoy, hace exactamente cuarenta años, las balas de la represión franquista segaban sus últimas cinco vidas. Junto a los dos gallegos, el catalán Ramón García Sanz -también militante del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP)-, y Jon Paredes, Txiki, y Ángel Otaegui -de ETA- perdían la vida.

José Luis Sánchez-Bravo, joven nacido en Vincios-Gondomar (Pontevedra), pasó aquella última noche rodeado de los suyos: su madre, sus hermanos y su mujer, Silvia Carretero, que estaba embarazada de cinco meses, acudieron a su celda. La hija del difunto, de nombre Luisa, nació en febrero del año siguiente.

"Estaban los tres del FRAP juntos aquella noche, Xosé Humberto con su familia que llegó más tarde porque venía desde Vigo y José Luis; también Ramón García estaba con nosotros, porque no tenía familiares", explica Victoria Sánchez- Bravo, hermana de José Luis, muy afectada por el recuerdo. "No te puedes ni imaginar cómo fue aquella noche; muy triste y de impotencia porque no se hizo un juicio justo", exclama Victoria, solo un año mayor que su hermano y que trasladó el cadáver a Murcia porque allí se había casado -a 1.200 kilómetros de su casa natal-.

"Fue una farsa absoluta. No tuvieron ni la decencia de venir a presentar pruebas", explica Victoria, que asistió con un abogado al proceso. " Asesinaron a uno de mis hermanos, pero realmente mataron a tres. Mis dos hermanos pequeños murieron a consecuencia del sufrimiento: tenían 17 años Miguel Ángel y 15 mi hermana pequeña y aquello les destrozó la vida", relata Victoria. "Mi madre murió hace diez años sufriendo, con un dolor y desazón terrible toda su vida; pidiendo que llegara su hora de una vez. Eso no se puede restituir con nada", asegura Victoria, "aquella bala destrozó a toda nuestra familia".

La familia de Sánchez Bravo aún está arraigada en Galicia y forma parte de ella la diputada en el Parlamento gallego por AGE, Eva Solla. Hasta treinta primos viven en Vigo y sigue en pie la casa familiar, explica Victoria.

Por su parte Flor Baena, hermana de Xosé Humberto, aún mantiene una pequeña esperanza de que algún tribunal haga justicia. "Acudimos al Tribunal de Derechos Humanos, a la ONU... El gobierno español, cuando era vicepresidenta Mª Teresa Fernández de la Vega, nos reconoció que había sido una injusticia; no queremos venganza, solo que se limpie su nombre de forma pública", reivindica. "Mi hermano estudió Filosofía y Letras en Santiago, pertenecía al Partido Comunista y repartía octavillas, pero desde luego que no mató a un policía, que es de lo que le acusaron", añade. "Es doloroso recordar cómo le mataron, es algo que nunca se supera, pero me parece importante ayudar a que se conozca esta historia de la que la mayoría solo tiene una vaga referencia y que, por supuesto, no viene en los libros de Historia".

De hecho, el escritor y periodista Carlos Fonseca presentó este mes en Vigo el libro "Mañana cuando me maten", un trabajo en el que documenta este episodio de la historia, gracias al testimonio de los protagonistas, sus familiares, amigos, abogados y compañeros de militancia, además de información inédita sobre los pormenores que rodearon las últimas penas de muerte en España. Fonseca eligió Vigo para el primer acto público con el libro, como homenaje a Baena y Sánchez-Bravo, que eran de Vigo y Gondomar.

Ramón García Sanz

Fusilado a los 27 años en Hoyo de Manzanares (Madrid). De origen catalán,

era miembro del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota.

Yon Paredes Manot, "Txiki"

Fusilado a los 21 años, en Sardañola (Barcelona). Era militante de ETAy fue condenado por un atraco a un banco en el que murió un policía.

Ángel Otaegui Etxebarria

Fusilado a los 32 años en la prisión de Burgos. Era militante de ETA político-militar. Fue condenado por cooperación necesaria en un atentado.

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