El wolframio de las minas gallegas convirtió a estos lugares en puntos estratégicos controlados por los nazis en la segunda guerra mundial. Tomando como referencia esta realidad, el director gallego Simón Casal recrea esta atmósfera en su primera película, "Lobos Sucios", ambientada en la Galicia de post guerra y que, con un presupuesto de 1,2 millones de euros, ha sido seleccionada en la sección internacional del Mill Valley Film Festival (California).

- ¿Qué hay de real en la ficción que ha dirigido?

-Felipe Rodríguez hizo un documental con el mismo título sobre la mina de Casaio (Ourense) controlada por los nazis, un campo de trabajo donde los presos republicanos de la guerra civil "redimían sus penas". A partir de ahí se generó un guion y entré como director cuando la productora ejecutiva, Paula Cons, me lo comentó.

- Amor, aventuras y realismo mágico. ¿Cómo se inspiraron para crear la atmósfera de ficción a partir de los hechos documentales?

- La historia se centra en la figura real de una mujer que trabajó en la mina. A partir de la protagonista, Manuela (Marian Álvarez), creamos la trama ficticia. Ella es una mujer misteriosa, solitaria e independiente, viuda y con una hija enferma que intenta curar. Una persona maltratada por la época que le tocó vivir. Los espías aliados le proponen que colabore en un plan para sabotear la mina y así evitar que llegue un cargamento de wolframio a las fábricas alemanas de armamento. En el festival destacaron el realismo mágico de la película como uno de sus puntos fuertes. Ellos lo relacionan con el maestro de esta tendencia literaria, García Márquez, quien siempre decía que se inspiraba en las historias de su abuela gallega para crear.

- ¿Cómo fue el rodaje en los bosques de Galicia?

- Casi toda la película se rodó en bosques y minas gallegas, excepto un bosque de Tejos en Zamora. Fue un rodaje muy complicado, durísimo. El acceso a las minas y mover al equipo era difícil y teníamos que meternos 500 metros dentro de la mina con botas, cascos y luces.

- ¿Qué sensación le dejó la grabación?

- Muy buena. Estoy muy contento y satisfecho con el trabajo y con el equipo, desde los actores hasta la fotografía. La ilusión de todos los que participamos fue muy alta.

- Se trata del estreno internacional. ¿Teme a las críticas?

- No tengo miedo, sino respeto. Trabajé dos años muy duro en la película y es como si fuera mi hijo. Ahora empiezo a soltarla, llegan las valoraciones y sufro un poco. He recibido opiniones muy buenas y no tan buenas, y me he acostumbrado. Ahora falta lo más importante, la conexión con el público y lo que ellos digan.

- ¿Cómo se consigue llegar a ejercer un oficio tan cotizado como el de dirección de cine?

- Desde que comencé en esto con 19 años pasé por muchas etapas y siempre trabajé muy duro, no siempre en el audiovisual. Hay personas que son brillantes desde el inicio y tienen una carrera muy enfocada, pero mi caso fue cuestión de trabajo y perseverancia.