Bajo un cielo totalmente encapotado, Pablo Alborán, uno de los cantantes españoles del momento, abría su concierto anoche en Pontevedra. Era una de las citas musicales del año en la ciudad, y así lo dejaron claro los miles de fans que se acercaron hasta la explanada del recinto ferial para disfrutar en directo de la voz del malagueño.

El cantante no defraudó y arrancó lágrimas de emoción a más de uno de los presentes, un público variado en edad pero en el que predominaban las mujeres. Si el concierto que ofreció en Pontevedra en 2012 fue un triunfo, el de ayer ratificó su fama en la ciudad.

Miles de personas, cerca de 8.000, acudieron al aire libre, en la explanada del recinto feiral, para escuchar al malagueño, que saludó con un "¡Buenas noches, Pontevedra! ¿Cómo estáis?", para añadir: "Gracias a la gente que lleva haciendo cola tantas horas. Esta noche me dejo la piel por vosotros".

El artista llegó a la capital de las Rías Baixas con su Tour Terral, que lleva el nombre de su nuevo disco, uno de los más esperados por el público. "Está permitido" fue el tema escogido por el cantante para comenzar el concierto, lo que provocó los primeros gritos de sus fans. A él le siguieron "La escalera", "Ecos", "Recuérdame" y muchos más, entre ellos los conocidísimos "Te he echado de menos" y "Solamente tú".

El malagueño no defraudó a sus fans, entre los que se encontraban personas de ambos sexos y de diferentes franjas de edad, aunque predominaban las mujeres de edades tempranas. Entre las menores, algún que otro susto de última hora, al tener que conseguir "in extremis" una autorización de sus padres o tutores para poder asistir al concierto.

"La música de Alborán no se puede encasillar", aseguraba Marta González, una pontevedresa que compró la entrada hace dos semanas y que cambió las fechas de su viaje de vacaciones de verano para poder ver al artista en directo.

Es la segunda vez que lo ve en Pontevedra. La primera fue en 2012, cuando el cantante ofreció un concierto en el auditorio del Pazo da Cultura, que colgó el cartel de "todo vendido".

Desde primeras horas de la tarde, las inmediaciones del recinto eran un hervidero de gente y el tráfico peatonal por el puente de Santiago llamaba la atención a aquellos que todavía no estaban al tanto de la cita musical, aunque la gran estructura del escenario sacaba de dudas incluso a los más despistados.

Las puertas -en este caso vallas- para acceder a la explanada en la que iba a tener el concierto no se abrían hasta las ocho y media de la tarde, pero la fila de personas que bordeaba la zona era larguísima desde mucho antes. De primeras, no podía ser de otro modo, María Palacios, Nerea Andrade y Miriam Sánchez, que llevaban varios días acampadas en el exterior.

A las 20.23, la organización decidió dejar de hacer "sufrir" a las fans y les permitió el acceso a la zona de concierto. A partir de ahí todo fue una sucesión de carreras, gritos emocionados y de impaciencia en los controles de seguridad. "¡Sin correr, que hay sitio para todos!", les aconsejaban los trabajadores, a lo que ellas no dudaban en responder: "¡Pero no es lo mismo!"

Como la actuación de Pablo Alborán llega en épocas económicamente difíciles para muchas familias, también fueron muchos los que optaron por no comprar la entrada y permanecer en el exterior de la explanada para disfrutar, aunque no de su visión de cerca, sí de su voz y de la música que le acompaña.