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Cuando la apertura es herejía

El sacerdote Pablo D'Ors se convierte en blanco de los sectores más integristas de la Iglesia al proponer una puesta al día de los ritos

El sacerdote Pablo D'Ors. // Faro

Los sectores más conservadores de la Iglesia española han puesto su punto de mira en el sacerdote y escritor de éxito Pablo D'Ors, a quien no han dudado en tildar de "hereje" y "protestante" por atreverse a cuestionar el modo en que llegan a los feligreses símbolos como los sacramentos, que pertenecen a la misma esencia eclesial.

Desde que el papa Francisco heredó las llaves de san Pedro y tomó las riendas del Vaticano, en marzo del 2013, los interiores de la Iglesia están viviendo una continuada puesta a punto no bien vista por todos los estamentos religiosos. Si el Papa está imprimiendo nuevas formas de acercarse a los cristianos, aceptadas por algunos a regañadientes, pero con la callada por respuesta, no ocurre lo mismo cuando esa apuesta por la renovación surge desde escalafones inferiores.

Es lo que ha ocurrido, como se ha podido ver estos días, con la reacción implacable de algunos prelados ante las reflexiones de Pablo D'Ors sobre la falta de actualidad de algunos ritos. Seguidor de la nueva filosofía eclesial que practica Bergoglio y miembro del Consejo Pontificio de Cultura por designación del Pontífice es, además de un autor de éxito, un clérigo formado en Nueva York, Praga, Viena y Roma. Exmisionero en Honduras, en la actualidad imparte retiros de oración contemplativa y atiende espiritualmente a enfermos en el hospital Ramón y Cajal de Madrid.

Nieto del ensayista Eugenio D'Ors está, por vía materna, muy vinculado a la cultura alemana, donde también recibió formación. Como sacerdote se considera "un hombre que tiende puentes" y como autor, "un enamorado de la palabra". Pero ni los puentes ni la palabra le han servido para evitar la ira de sus detractores que ven su mayor pecado en la defensa de una apertura que debe empezar por la transformación de algunos signos y costumbres para acercarlos a los feligreses y conseguir así que las misas dejen de recordarle "al teatro del absurdo de Beckett".

Esa transformación es la esencia de los textos que han enfurecido a quienes piden una sanción para D'Ors por poner en duda el carácter sagrado de los sacramentos en los comentarios publicados en "L'Osservatore Romano" y en el semanario "Vida Nueva". La crítica parte de los obispos José Ignacio Munilla, prelado de San Sebastián, y José Rico Pavés, auxiliar de Getafe. Este último, que considera poco menos que desvaríos las tesis del sacerdote y que habla de "dislates" a la hora de calificar sus opiniones, fue con anterioridad director de un proceso contra el teólogo Antonio Pagola, una denuncia que acabó contribuyendo a que su libro "Jesús. Aproximación histórica" consiguiera vender más de 150.000 ejemplares.

No todos en la Iglesia se suman a la condena, algunos entienden que sus reflexiones no difieren en gran medida de las ya planteadas en el Concilio Vaticano II. Sin embargo, otros grupos secundan la reprobación de Rico Pavés y Munilla y solicitan con sus duros comentarios la intervención de la Conferencia Episcopal de la que el obispo, Carlos Osoro, es vicepresidente.

Pablo D'Ors compatibilizó durante años su tarea creativa con la crítica literaria en el diario ABC. Todas sus obras desde "Andanzas del impresor Zollinger" han contado con el beneplácito de la crítica, aunque el reconocimiento del público le llegó con "Trilogía del silencio", compuesta por "El amigo del desierto", "El olvido de sí" y "Biografía del silencio", tres obras que han sido un auténtico fenómeno editorial.

Como miembro del Consejo Pontificio de Cultura está a las órdenes del cardenal Ravasi y su misión consiste en escribir una serie de informes sobre problemas que tienen que ver con la relación de la Iglesia y el mundo actual. Sus ideas son las de un prelado inmerso en la realidad que observa el cambio que imponen las nuevas formas de vida y de pensamiento. Está a favor del papel de la mujer en la Iglesia y reclama mayor presencia de la congregación en el mundo de la pobreza, un acercamiento a los más desfavorecidos. Aunque no se siente parte de la misma, confiesa "gran respeto por la teología de la liberación por su extraordinaria aportación" y no oculta su opinión sobre el celibato de los sacerdotes, condición que, a su juicio, debería ser optativa. D'Ors, que rechaza profundamente "la hipocresía, la maledicencia y la ostentación", considera el silencio uno de los bienes más preciados.

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