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LA ESPUMA DE LAS HORAS

Otra forma más de llamar al diablo

Occidente siembra un campo lingüístico minado para contrarrestar la propaganda del grupo yihadista más sangriento, que amenaza con cortar orejas

Yihadistas en Mosul, donde se ha impuesto la barba. // FdV

El grupo terrorista que se identifica como Estado Islámico ha entrado igual que un elefante en una cacharrería en el campo lingüístico minado que desde hace un tiempo siembra Occidente. Amenaza con latigazos y con cortarles las orejas a los que se refieran a él como Daesh, acrónimo árabe de Al Dawla al-fil Islamyia Irak Wa'al Sham, que viene a ser lo mismo pero sin embargo considera peyorativo por la similitud fonética con palabras que significan cosas distintas. En concreto: fanáticos que imponen sus puntos de vista y aplastan a los que no piensan como ellos.

¿Es inexacto? No, de ninguna manera. Pero a los terroristas que presumen de haber conquistado ya el califato no les hace ninguna gracia. Prefieren los acrónimos empleados hasta ahora en el mundo anglosajón: Is (Islamic State), Isis (Islamic State of Iraq and al-Sham) o Isil (Islamic State of Iraq and the Levant). En cuanto al primero de ellos, la Sociedad Islámica de Gran Bretaña y la de Abogados Musulmanes envió hace unos meses una carta al premier británico David Cameron explicando que la banda armada que masacra a los enemigos y decapita a sus rehenes "no es islámica, ni un estado, y no tiene nada que ver con los fieles musulmanes, ni con la comunidad internacional de naciones".

El segundo plantea un problema para las empresas y marcas de todo el mundo que utilizan esas siglas, e incluso atenta contra la deidad Isis, la diosa egipcia del mismo nombre. Antes de que el cambio acrónimo se planteara como una estrategia para debilitar la imagen siniestra del grupo armado, una mujer estadounidense, Isis Martínez, había solicitado sin éxito a los medios de comunicación de sus país que dejasen de una vez de utilizar su nombre de pila.

Por lo que atañe a Isil, la región definida en torno a Siria se conoce históricamente como el Levant, un vocablo francés arcaico para definir las tierras del sol naciente y que en la actualidad abarcaría, además de la ya citada Siria, a otros países: Israel, Chipre, Turquía, Jordania, Líbano y Palestina. Aparentemente se trata de una usurpación del término tan figuradamente poética como otras que conocemos proveniente del nacionalismo creador de mitos y leyendas, pero tratándose de un grupo especializado en borrar fronteras y mostrar decapitaciones mediante vídeos snuff resulta obligado tenerlo en cuenta.

Laurent Fabius, ministro de Asuntos Exteriores de Francia, llegó a decir: "Estado Islámico desdibuja las líneas entre el Islam, los musulmanes y los islamistas. Los árabes utilizan Daesh y yo los llamaré los asesinos Daesh".

Los orígenes del grupo terrorista se remontan a 1999 año en el que el ya desaparecido Abu Musan al-Zarqawi fundó Jamaat al-Tawhid wal-Jihad. Sin embargo, Daesh no irrumpió en la escena internacional hasta 2014 cuando se apoderó de grandes extensiones de territorio en Siria e Irak. La historia es conocida en parte; en junio de ese año declaró formalmente el establecimiento de un califato, "estado" gobernado de acuerdo con la ley islámica o sharia por el diputado de Dios en la tierra, el califa. Acto seguido exigió a los musulmanes de todo el mundo juramento de lealtad a su líder Abu Bakr al-Baghdadi y a los demás grupos yihadistas a aceptar su autoridad suprema.

El resto de la humanidad, para Daesh, está formada por creyentes que buscan destruir el Islam, de ese modo justifican sus ataques contra musulmanes y no musulmanes, por igual. Las decapitaciones, crucifixiones y fusilamientos en masa, forman parte del método para aterrorizar al enemigo. Toda ejecución se justifica citando el Corán y el Hadiz.

La ideología del grupo que se identifica como Estado Islámico toma elementos del wahabismo, una versión fundamentalista del Islam que impone la sharia, relega a las mujeres y considera no musulmanes a los chiitas y sufíes, que deben ser perseguidos como los cristianos y los judíos. Ahora y desde hace un tiempo a quienes discuten su acrónimo por razones estratégicas o simplemente porque el diablo tiene más de un nombre.

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