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FARO entrevista al escritor y periodista

Alfonso Armada: "Creo que el periodismo es una de las mejores formas de estar en el mundo"

Presenta hoy en Vigo "Sarajevo", un libro con sus crónicas y diarios de aquel conflicto

Alfonso Armada con su perra Chuska, ayer en su casa de Vigo. // Adrián Irago

"¿Quieres ir a Sarajevo?", le preguntó a bocajarro hace 23 años el redactor jefe de Internacional de El País a Alfonso Armada aquella mañana de agosto de 1992. Nunca había cubierto un conflicto bélico, nunca había visto una guerra ni había corrido peligro al trabajar... pero dijo sí. El periodista recupera ahora, casi 25 años después, las crónicas de aquel viaje que marcó un antes y un después en su vida y en su carrera y, junto a ellas, los diarios íntimos que escribió durante aquellos días y un epílogo escrito veinte años después, cuando regresa a Sarajevo. Armada reivindica aquel periodismo que se hacía con pausa, al reportero que salía a la calle y buscaba historias que lograran que el lector se pusiera en la piel de los protagonistas. Las crónicas de "Sarajevo" (Ediciones Malpaso) se acercan de este modo a la gente que sufrió aquel horror y nos cuentan su vida cotidiana, si aún celebran cumpleaños, van al teatro o fabrican pan. Alfonso está detrás, anónimo, escondiendo sus emociones, pero en el diario las deja fluir. Dos formas de escribir y leer una guerra.

El escritor vigués presenta esta tarde (19.30 horas) el libro -que cuenta con las fotografías de Gervasio Sánchez y prólogo de Clara Usón- en la librería Versus de Vigo acompañado del periodista Xabier Fole.

-¿Por qué publicar este libro ahora, casi 25 años después del fin del conflicto armado?

-No sé por qué esperé tanto tiempo, la verdad, pero tenía claro que quería seguir el mismo esquema que en los "Cuadernos africanos", con esa doble mirada que dan las crónicas públicas y mis diarios privados, en los que sigo un criterio diferente y me desnudo más. El conflicto, por otra parte, sigue vivo; al regresar he visto que permanecen las secuelas, el odio y el resentimiento, además de miles de restos sin identificar aún.

-Al leerse pasado este tiempo, ¿está de acuerdo consigo mismo?

-No he corregido nada aunque ahora, seguramente, escribiría muchas cosas de otra forma, porque todos cambiamos. Pero me gusta ver cómo viví ese momento, con aquellos miedos y emociones. Es fiel a todo aquello.

-Este fue el primer conflicto armado que cubrió. ¿Cómo se prepara uno para ir a una guerra?

-Lo primero que se me pasó por la mente fue la posibilidad de morir, el miedo, pero pudo más la curiosidad. No estaba preparado psicológica ni periodísticamente para ir allí. Había leído con devoción a compañeros que habían cubierto otros conflictos, leído novelas, visto películas... pero no sabía si iba a ser capaz de manejar el miedo ni de moverme con soltura en un escenario así.

-Pero lo hizo, encontró las historias y las escribió.

-Igual que los fotógrafos se sienten protegidos por sus cámaras, yo encontré en la pluma la forma de manejar el miedo. Me di cuenta de que debía contar la situación a través de la vida de la gente corriente, conocer de primera mano cómo eran esas vidas que habían quedado suspendidas; es la mejor manera de permitir al lector ponerse en la piel del otro.

-Supongo que sería frustrante descubrir que, a pesar de ser una de las guerras mejor cubiertas por los medios, nadie paraba aquellas horribles matanzas.

-Se informó mucho, es verdad, pero es como si la gente no prestara atención. Sin embargo, el periodista está ahí para contar las cosas y no es su razón fundamental que cambien; no debe convertirse en un activista. Aunque también es imposible la equidistancia: yo llegué a Sarajevo siendo pacifista y, poco a poco, sentía que aquello era como ser cómplice del mal, ya que la justicia estaba mucho más de un lado que del otro. Las atrocidades mayores eran las de los radicales serbios, luego las de los croatas y, por último, las de los bosnios.

-Usted termina la mayoría de sus entrevistas con una pregunta al entrevistado, ¿quién es usted? Se la devuelvo: ¿quién es Alfonso Armada?

-Me gusta preguntar eso porque es una manera de ver si son vanidosos o no. A mí me encantan las máscaras africanas y yo a veces también tengo una, aunque muy bien pegada a la cara. Me gusta mucho el periodismo y me parece una de las mejores formas de estar en el mundo. Dejé de creer en Dios hace muchos años, pero rezo escribiendo.

"Internet exige inmediatez, pero las buenas historias requieren tiempo y volver al cara a cara"

  • -No estuvo solo en Bosnia, compartió la experiencia con Gervasio Sánchez. ¿Hasta qué punto es importante que redactor y fotógrafo congenien?-Es esencial. Nosotros nos hicimos muy amigos y compartimos una forma muy parecida de entender el periodismo. Fotógrafo y reportero miran la realidad de forma diferente y complementaria. Hace falta dedicar tiempo a las historias y eso es algo que cada vez hay menos en los periódicos, donde internet exige tanta inmediatez. Yo creo que hay que parar el cronómetro, ganarse la confianza de las fuentes y volver al cara a cara en lugar de tanto teléfono y pantalla. Las crónicas bien escritas son las que perduran en el tiempo y ayudan a entender el mundo; el resto, se olvida pronto.-¿Cree que los periódicos en papel están destinados a desaparecer?-No lo creo, aún convivirán muchos años, y los libros más aún. Sí es posible que los periódicos pasen a publicarse en papel solo una vez a la semana o al mes. Yo soy muy fetichista y me gusta el objeto como tal, la belleza de un libro, pero desde luego no considero menos bueno un texto por estar en un medio u otro. Escuchar y contar historias va a seguir siendo necesario. El periodismo tiene muchas utilidades y el lector tiene que ser consciente y pagar por ello. El mayor error de los periódicos ha sido ofrecer los contenidos gratis porque es una forma de no valorarnos a nosotros mismos.

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