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Una sustancia del té verde podría paliar el retraso cognitivo del síndrome de Down

El investigador Rafael de la Torre, que codirige el estudio, explicará hoy los efectos de este compuesto natural durante el II Encuentro de Familias de Down de Galicia

Una sustancia del té verde podría paliar el retraso cognitivo del síndrome de Down

Se llama epigalocatequina galato y es un compuesto natural presente en el té verde capaz de mejorar la capacidad cognitiva y la memoria de las personas con síndrome de Down. El doctor Rafael de la Torre, investigador del Instituto del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) de Barcelona y uno de los directores de la investigación sobre los efectos que esta sustancia tiene en la regulación de la proteína "Dyrk21", producida en exceso y que es uno de los principales causantes del retraso cognitivo de las personas con síndrome de Down, estará hoy en Santiago para explicar con detalle los resultados de este estudio, en el marco del II Encuentro de Familias de Down de Galicia.

Según el estudio que colidera el doctor De la Torre, la epigalocatequina galato inhibe la sobreexposición de una parte del cromosoma 21 y confirma, en población adulta, que una combinación de estimulación cognitiva y el consumo de esta sustancia mejoran la capacidad cognitiva en personas con síndrome de Down. El resultado de estos estudios es la comercialización de un producto en formato de complemento alimenticio, que podría estar disponible ya el próximo mes.

Este avance científico ha despertado mucha expectación entre las familias de personas con síndrome de Down. "Según el estudio, la administración de esta sustancia mejora la capacidad cognitiva, por lo que puede dar mayor autonomía a las personas con síndrome de Down y por tanto, una mejor calidad de vida", explica el presidente de la Asociación Down Vigo, Fernando Molina.

El representante de esta asociación añade que el estudio sobre esta sustancia del té verde tiene buenas expectativas. "Ya ha demostrado, en ensayos con adultos, que mejora la capacidad cognitiva, pero también apunta a que será capaz de mejorar la capacidad de aprendizaje y también de memoria", explica.

Manuel Esteban, médico y padre de un niño de 11 años con síndrome de Down, también asegura que los resultados del estudio son prometedores, aunque añade que no se trata de una pastilla milagrosa. "No va a evitar seguir haciendo terapia de atención cognitiva ni va a hacer que el síndrome de Down desaparezca. Es un empujón más, una ayuda, pero aún hay que calibrar la potencia de su efecto, es decir, cuánto va a mejorar quien lo tome", explica.

Sin embargo, esto no quita que el hallazgo de la epigalocatequina galato sea ilusionante. "Es el primer estudio científico serio sobre algo que parece tener un efecto sobre la capacidad intelectual de las personas con síndrome de Down. Llevamos cien años recibiendo noticias sobre cosas que mejoran la situación de estas personas, pero lo cierto es que hasta ahora se basaban en intuiciones. Nunca había una base bioquímica que explicara por qué podía funcionar o por qué no. Y este la tiene", explica.

Según Esteban, que ocupa la vicepresidencia en la Asociación Down de Vigo, lo que hace esta sustancia del té verde es mejorar la comunicación entre neuronas "limpiando" el exceso de proteína "Dyrk21" que provoca ese cromosoma 21 de más y que es una de las causas, aunque no la única, matiza, del retraso intelectual. "Además, parece que también mejoría los procesos intelectuales y tenemos pendiente lo más interesante, que pacere que tendría efectos en el desarrollo, no solo en el adulto, sino en el bebé. Cuando más adelante tengamos estudios con niños lo vermos con más alegría", comenta.

El estudio presenta otra vía de futuro aún más esperanzadora si cabe, según este médico, que es el potencial que esa misma molécula natural puede tener una vez modificada en el laboratorio. "Es un estudio muy prometedor ysi hubiera más financiación podría ser mejorable porque hasta ahora solo se ha extraído una molécula y se ha administrado en un doble ciego. Lo verdaderamente interesante sería llevarla al laboratorio y ver cómo se estructura, cómo se abraza a la proteína, y modificarla para multiplicar su efecto por cinco, por diez", explica.

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