"La única forma de protegerte en el aire es tenerlo todo previsto, porque cuando estás en un avión todo pasa muy rápido y no tienes tiempo a pensar". Esta frase la pronunció, en una entrevista, el director de operaciones de Airbus, Fernando Alonso, en diciembre de 2013. Entonces, el ingeniero vivía uno de los momentos más dulces de su carrera profesional. En sus manos estaba la construcción del avión más revolucionario del mundo, capaz de adelantar al mismísimo Boeing estadounidense. Pero cuando Alonso andaba ya por las nubes, de golpe tuvo que descender a la Tierra.

Una de las joyas militares que había diseñado, el A400M, se había estrellado en Sevilla causando la muerte de cuatro de sus compañeros. Eso fue el sábado. Seguramente a sus colegas no les diese tiempo a pensar en nada, como relataba Alonso en esa entrevista. Lo llevaban todo previsto hasta que lo imprevisto sorprendió. Ese día el ingeniero madrileño perdió sus alas. Airbus también.

Las acciones de la compañía registraron ayer una caída del 2,22 por ciento en la Bolsa de París, pese haber completado "con éxito" su primer vuelo de prueba de un A400M entre Tolouse (Francia) y Sevilla, tras el fatídico accidente. En este vuelo viajó, sin poder contener las lágrimas, el propio Fernando Alonso, junto al jefe de pilotos de la compañía Airbus, Ignacio Lombo. "El mayor tributo que le podemos dedicar a nuestros compañeros caídos es continuar desarrollando y refinando el soberbio producto al que dedicaban su trabajo. Su pasión les llevaba a aplicar su talento a este proyecto y ahora nos toca a nosotros remangarnos y desarrollar al máximo el potencial del avión. Pongámonos a trabajar y hagamos del A400M su legado", dijo Alonso.

Sin embargo, el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial retiró ayer de forma temporal el permiso de vuelo de todos sus aeronaves "hasta que se aclaren las causas del accidente". El tributo tendrá pues que esperar.