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El pintor que dialoga con el mar

La exposición "M-eu-mar" nacida de la conversación entre el océano y el artista Xan Vieito abre hoy en la Casa das Artes de Vigo

La obra "Pita cega".

"Todos te escoitan meu mar, mais ninguén fala contigo". El verso que firma el pintor Xan Vieito -natural de Negreira pero asentado en Lourido (Moaña)- implica esa complicidad mutua con el océano, que logra a través de conchas que recuperan la vida perdida en un segundo viaje mar adentro. "M-eu-mar", la exposición que hoy se inaugura en la Casa das Artes de Vigo (20.00 horas) y que estará hasta el 17 de mayo, representa una comunión recíproca entre el mar y el artista a través del tiempo y de las historias pintadas en esos antiguos caparazones de moluscos.

"El intercambio entre el mar y yo viene de muy atrás. A fuerza de verlo, de escucharlo y de estar en él, el mar se fue metiendo en mí y yo en él", declara el artista. "A partir de ahí fuimos descubriendo la capacidad artística el uno del otro", sonríe Xan Vieito. Se refiere a los dibujos en la arena, en las piedras y las rocas que traza el mar -"líneas y laberintos"- y con las que las mareas dibujan árboles e inmensas fragas.

Su exposición, patrocinada por la Concejalía de Cultura del Concello de Vigo,se organiza en torno a dos tiempos: "cortos" y "largos". Para evocar los últimos, más espaciados y producto de la antigüedad del mar, eligió la concha de ostra. Estas representan el 90% de los elementos de su creación, por ser una de las más longevas -pueden estar hasta tres siglos en el mar-. Y una vez pierden su "primera vida", el mar sigue trabajando sobre ellas, hasta darle formas que, a ojos de buen entendedor, narran historias. Así que, a ese relato dibujado por el mar suma luego Xan Vieito su historia pictórica, superpuesta en forma de diálogo. Representa una vía de comunicación. "Cada concha es una historia. El mar cuenta cosas de su mundo y yo le comento relatos de la vida común: un cuento, una fábula, un poema...", explica.

Vieito trabaja con dibujos de pequeños trazos para los que usa lápices acuarelables, por ser esta la pintura más compatible con el mar. En su tercera fase, las conchas regresan al mismo escenario donde el mar las dejó para el artista; el pintor devuelve la creación a donde partió.

Todas las conchas de la exposición proceden de la costa, a donde el artista viaja a solas y donde realiza esa recogida casi mágica que le ha dejado piezas de grandes dimensiones y extrañeza. Su fructífero trabajo artístico abarca ya unas doscientas piezas, aunque no todas se mostrarán en la exposición, que se vale de fotografías que ilustran también esa última fase de vuelta al mar.

"M-eu-mar" aparece como una obra teatral en tres actos. Y se convierte en una llamada de atención sobre el mar y quizás, sobre la sensibilidad necesaria para hablarle.

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