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La red gallega de espías

Alemanes y británicos contaron con redes de información en la comunidad durante la II Guerra Mundial

Red nazi en España; mapa elaborado en 1946

2 de mayo de 1942. El Leirón del Casino, hoy calle Juan Flórez, acoge el primer partido de hockey sobre patines que se celebra en la ciudad de A Coruña. Numeroso público ha acudido a presenciar el encuentro entre el Real Club Deportivo y el Casino. Ajenos a lo que allí sucede, dos hombres charlan entre susurros. Uno viste chaqueta americana, una talla más grande, camisa blanca y pantalón de pana. El otro, una gabardina beige hasta los pies. Lleva corbata negra y sombrero del mismo color. El primero le está contando todo lo que sabe sobre la red de inteligencia alemana que hay instalada en la ciudad.

A diez metros, un hombre alto, rubio y de aspecto germánico observa la escena. Menos de tres años después, el 8 de mayo de 1945, acabaría la Segunda Guerra Mundial.

El encuentro de estas tres personas es ficticio. Pero podría haberse producido. Las redes de espionaje funcionaron en Galicia durante toda la contienda mundial. En los dos bandos. En el de los alemanes y en el de los Aliados, sobre todo británicos. La idea de que la comunidad gallega solo fue relevante durante la guerra, sobre todo para los alemanes, por la extracción del wolframio se queda corta. Emilio Grandío, profesor de Historia Contemporánea de la Universidade de Santiago, es un férreo defensor de este planteamiento. Mañana impartirá una ponencia bajó el título No solo wolframio. Redes de inteligencia en Galicia en la Facultade de Historia de la Universidad de Santiago. Forma parte de un seminario, que arranca hoy, en el que otros cuatro expertos analizarán las redes de inteligencia en España durante la Segunda Guerra Mundial.

El objetivo es poner en común una parte importante de los estudios que se están realizando sobre el tema en diversas zonas de España, como Gibraltar, Huelva, Barcelona, Bilbao o Galicia, y conseguir una visión global sobre estas redes de espionaje tan poco conocidas.

"Buena parte de lo que se ha explicado respecto a la Segunda Guerra Mundial en Galicia se ha relacionado desde la importancia del desarrollo de la extracción del mineral de wolframio. Pero hay algo más", reconoce Grandío. "Los servicios de inteligencia juegan un papel muy importante. Galicia, aunque poblacionalmente e industrialmente, con la excepción del wolframio, no es una potencia, sí que desde la perspectiva geoestratégica juega un papel muy importante en la Segunda Guerra Mundial", detalla.

La información es poder y eso lo sabían los países del Eje y también los Aliados. Galicia pudo convertirse en una zona de desembarco para las tropas de ambos bandos y era necesario contar con las mejores fuentes de información posibles. Se da la circunstancia de que buena parte de los integrantes de estas redes de espionaje se conocían y hasta existían vínculos comunes.

Todo el mundo sabía dónde estaban los otros. Los alemanes sabían dónde encontrar a los ingleses y los ingleses sabían dónde estaban los alemanes, y hasta hubo quién actuó como agente doble. Existen documentos que constatan la caída, el mismo día, de redes británicas en todo el norte de España formadas por casi un centenar de personas. Su cometido era sacar fotos de las defensas costeras gallegas, informar de la entrada de buques en los puertos más importantes y controlar la producción en las fábricas de armas.

Los comienzos de la presencia de estas redes de espionaje en Galicia son diferentes. Las alemanas tenían ya un gran peso antes de la Guerra Civil, incluso desde 1933, cuando se empezaron a establecer sistemas de suministro de información hacia el Tercer Reich.

En cambio, las de los Aliados, primero los franceses, pero sobre todo los británicos, se construyen sobre la marcha. Si en la comunidad gallega ya existían redes alemanas desde finales de la Segunda República, las británicas se ponen en marcha a partir de la primavera de 1940. Primero se crean redes de información y posteriormente, para realizar sabotajes ante una posible invasión alemana.

"El esfuerzo es absolutamente titánico. Prácticamente en un par de años (entre 1942 y principios de 1943) las redes de información y sabotaje de los británicos están ya plenamente instaladas y listas para operar si hace falta", apunta Grandío, que matiza que estas organizaciones también apoyaron a la guerrilla antifranquista. Al comienzo estaban formadas por los trabajadores del consulado, por los familiares de los cónsules, pero después ya crearon sus propias redes de información.

No existe un censo de espías que operaron en Galicia durante esos años, porque, entre otras cosas, ya no serían espías, pero Grandío cita informes de las redes de información alemanas en las que se apunta que había "cientos de miles de alemanes" en España al final de la contienda. Evidentemente, no todos eran espías, pero sí "personas supuestamente capaces de suministrar información o de funcionar como enlaces de información". "Estamos hablando de unas cifras muy altas", reconoce.

¿Y quiénes formaban estas redes de inteligencia en Galicia? "Hay un poco de todo", responde el profesor. Había distintos niveles. En primer lugar, militares del servicio de inteligencia, que es la parte más alta de la jerarquía. Y por debajo, niveles inferiores como, por ejemplo, personas que puedan enlazar con la guerrilla para explicarles cómo elaborar artefactos para un supuesto sabotaje. En la red del Eje estarían los comerciantes de origen alemán y miembros de las consignatarias de buques que hacían negocio con el wolframio. Estas personas no responden al retrato robot de un espía. "Puede que solo informaran una sola vez, puede que lo hicieran de una manera más habitual", apunta Grandío.

Los que suministraban información a los alemanes funcionaban como miembros del Tercer Reich y los que abastecían al Reino Unido, de la Corona Británica. Una vez acabada la guerra, estas redes de espionaje y contraespionaje todavía continúan unos años. Aunque no es lo mismo ser vencedor que vencido. Alemania es el país derrotado y buena parte sus integrantes abandonan la comunidad, aunque otros se quedan. Galicia se convirtió en la puerta de salida de los alemanes a Sudamérica. Hay pruebas de que las redes de información alemanas en Galicia no desaparecen hasta 1946. Los servicios de inteligencia británicos entienden, a partir de 1944, que España y, por tanto Galicia, ya no es importante y pierden el interés por la península ibérica.

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