Un tribunal sueco ha fallado que los cigarrillos electrónicos son un fármaco, lo que implica que a partir de ahora no podrán ser comercializados sin la autorización de la Agencia Sueca del Medicamento, ya que pasa a ser un producto sanitario. Esta decisión es la primera que se adopta en la UE desde que el Parlamento europeo dejó libertad a los Estados miembros para determinar si este dispositivo es un fármaco o tabaco, y obliga a las empresas fabricantes a demostrar sus supuestas propiedades, como su efectividad como método para dejar de fumar, uno de sus principales reclamos publicitarios. Así, hasta que ese organismo lo reconozca como medicamento, su venta en Suecia queda prohibida, algo que Elisardo Becoña ve improbable.

"Suecia es el país más restrictivo y casi ha conseguido una generación sin tabaco. Esto mismo se intentó hace unos años en Estados Unidos y no funcionó por la presión de las tabacaleras. No hay que olvidar que la mitad fabrican cigarrillos electrónicos. Además, no hay ninguna evidencia científica que demuestre su efectividad como método para dejar de fumar", argumenta el experto, que añade que en España el e-cigarrillo no está teniendo la misma implantación.

"En España hay un acceso total al tabaco y es un país peculiar porque la meteorología permite fumar en las terrazas, cosa que en otros países no se puede, y el tabaco convencional sigue siendo más barato que el e-cigarrillo", explica el catedrático, que defiende una ley antitabaco aún más restrictiva. "El descenso en el número de fumadores constata que este tipo de leyes son eficaces para que la gente deje de fumar", comenta.