Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Grita libertad

Potente recreación de un episodio que consolidó el mito de Martin Luther King

David Oyelowo caracterizado como Martin Luther King.

Vaya por delante una pregunta con restos de queja: ¿cómo es posible que la extraordinaria interpretación del británico David Oyelowo en "Selma" no estuvo nominada en los pesados Oscar y sí le dieron tal honor al convencional trabajo de Bradley Cooper en ese Eastwood de mala puntería que es "El francotirador"?

Fin del reproche. Pasemos a los elogios. Siendo Martin Luther King un personaje histórico tan relevante, sorprende el poco caso que le ha hecho el cine hasta ahora. Hay una ya lejana serie de televisión de la que guardo un excelente recuerdo, pero la gran pantalla ha evitado abordar la figura de este gigante de la lucha por los derechos humanos.

Los creadores de "Selma" se han topado con un problema que puede explicar en parte los motivos: el celo excesivo (y egoísta) que muestran los herederos de King y la imposibilidad de usar los discursos porque sus derechos están en manos de Steven Spielberg, que los compró para hacer algún día una película sobre el premio Nobel. Sin embargo, ese obstáculo sirve aquí de acicate para que "Selma" adopte un tono informativo, didáctico casi, sin irse por las subtramas de la vida privada de King o intentando abarcar más historia de la necesaria.

"Selma" se concentra en un episodio histórico muy concreto y coloca allí a su protagonista sin cargar las tintas sobre la épica y mostrando los aspectos más calculadores del personaje, que sabe y expone sin cortarse ni un pelo que a la causa le viene bien que haya enemigos poco dialogantes y amigos de tirar del gatillo o la porra. Dicho de otra forma: se dan más pasos hacia delante si la televisión muestra al mundo una carga a caballo contra los inocentes manifestantes. Nada de violencia propia pero necesitando la ajena.

Los discursos "reescritos" de King y las escenas de coraje coral tienen la fuerza esperable, pero los mejores instantes están en las conversaciones a cara de perro entre Luther King y el presidente Johnson o con algunos de sus seguidores. Por contra, algunas forzadas escenas domésticas y el exceso del ralentí en las cargas policiales demuestra que tras la cámara hay alguien que aún debe afilar su estilo y no recurrir a efectismos que quedan en evidencia al mostrarse las imágenes reales de la marcha.

Compartir el artículo

stats