Sandra de Castro nació en Pontedeume en un momento en el que la imagen de la transexualidad era "terrible". "Las opciones eran prostituta, peluquera o el espectáculo... la mujer transexual estaba muy desvirtuada", recuerda. Sandra tuvo que esperar hasta los 45 años para atreverse a dar el paso y ser la mujer que ya era desde niña a pesar de lo que decían sus genitales. Esta gallega estudió Óptica, da clases de piano y, desde hace años, ayuda a padres y menores transexuales. "Es una maravilla ver que las cosas van cambiando, que los padres comprenden a sus hijos... aunque esta realidad es aún muy desconocida", concluye.