Mateo, quinto de Primaria: "Mamá, me he dejado la agenda en clase y no sé qué deberes tengo que hacer... por favor, manda un mensaje al Whatsapp de los padres y que te lo pasen". Su madre, que llega cansada del trabajo y con pocas ganas de discutir con su hijo de nuevo sobre su falta de responsabilidad, lanza un SOS al grupo de madres de la clase que, rápidamente, le envían la información.

En los últimos años, se ha convertido en algo habitual que los padres -casi siempre las madres- formen un grupo de WhatsApp , con tres años, que perduran durante la etapa de Infantil y Primaria. Hay grupos de clase pero también de fútbol, de música, de ballet o de catequesis... Se trata de una herramienta muy práctica para que los progenitores estén informados en todo momento de la vida escolar de sus hijos: las fechas de los exámenes, organizar cumpleaños, el menú del comedor, lo que hay que llevar a la excursión o la posibilidad de ver el gol de su hijo casi al momento para el padre que no pudo ir al partido. Hasta ahí, todo correcto.

Sin embargo, profesores, psicólogos y pedagogos advierten de que está proliferando el mal uso de esta herramienta al convertir a los padres en la agenda de sus hijos, fomentando su falta de responsabilidad, y, por otra parte, al ser en muchas ocasiones un canal idóneo para el cotilleo, la murmuración y, en algunos casos, incluso el insulto.

"En los colegios siempre ha habido casos de cotilleos, pero el problema es que la rapidez de los comentarios en WhatsApp, lo que puede dar lugar a conflictos", advierte Paulino Iglesias, orientador del CEIP O Pombal. "En los centros no podemos ni debemos prohibir estas prácticas, pero sí deberíamos advertir a los padres en las charlas escolares sobre los problemas derivados de su mal uso", apunta. Paulino asegura que también es una herramienta a la que se puede sacar mucho provecho. "Tengo casos de alumnos con problemas diversos y hemos creado grupos de WhatsApp en el que participan los distintos profesores y profesionales externos al colegio que les tratan y los propios padres, con lo que conseguimos una coordinación que antes no era posible", describe el orientador.

También los expertos advierten de la necesidad de que los niños tengan su propio espacio y que no es necesario que los padres conozcan hasta el último detalle de su día a día en la escuela. "Hay que dejar que sean los propios niños los que cuenten sus cosas", añade Iglesias.

Entre los padres hay diversidad de opiniones. Para los que tienen niños muy pequeños todo son ventajas. "Es muy positivo para estar en contacto con los otros padres y es una gran ayuda para no olvidarme de nada", comenta Conchi, madre de una niña de primero de Primaria. Sin embargo, las madres de niños más mayores se encuentran con los primeros conflictos. "Estos grupos se deben de usar con medida: mi hijo me dice que le pida en el grupo los deberes que se olvidó, que pregunte si mañana hay examen o que cuándo hay que entregar un trabajo. Creo que es una cuestión que deben dirimir los padres según sea su hijo y el número de veces que se lo pida... entre ayudarle en un despiste y fomentar su falta de responsabilidad hay una diferencia", opina Matilde, madre de dos niños de primero y quinto de Primaria.

"Como todas las nuevas tecnologías, los padres tenemos que aprender a hacer un buen uso y educar para que luego los peques hagan lo propio; es decir exactamente igual que en el resto de las cosas sobre las que hay que educar", comenta Rosana, madre de otra alumna de seis años.

"Pues yo creo que los padres no tenemos que facilitar esa información a los niños; si un día se han olvidado de los deberes, pues que al día siguiente se lo expliquen al profesor y asuman las consecuencias. Así hice yo y creo que es la mejor forma de enseñarles", finaliza Araceli, madre de dos niñas.

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