Describe con la exactitud del botánico el aroma agradable de la madera del cedro y confiesa con acento artesano pequeños trucos, como que sumergirlo en agua del mar reduce las futuras grietas. El jardinero Inocencio Cartón, leonés afincado en Vigo hace casi tres décadas crea desde hace dos años su particular universo de figuras talladas a partir de troncos de árboles secos o destruidos. Animales de lo más variopinto y maternidades, tallos para sentarse en forma de manos y hasta caimanes tropicales. "La idea surgió en una ocasión que tuve que talar un árbol... realmente surgió de la nada", confiesa.

Únicamente con una motosierra en la mayor parte de los casos, el artesano elabora de delfines a águilas. Unas setenta esculturas de distintas maderas que realizó en dos años y de medidas que llegan a 1,50 metros, se han ido agrupando en talleres y bajos. Sus abuelos, con quien se crió, eran carpinteros y puede que de ahí llegue, en parte, su vocación. Para otro tipo de tallas más pequeñas utiliza gubia.

Si tiene que elegir dificultades, las manos de sus esculturas más altas concentran los mayores esfuerzos. "Si te equivocas, aquí no hay vuelta atrás", asegura este trabajador de 48 años.

Para Cartón, "es un modo de "desestresarse". A las tallas les dedica un tiempo que ha de restar a su familia, con una mujer y dos niños pequeños, lamenta. Quienes han ido conociendo su afición le han animado a tallar esas figuras de abrupto acabado.

Aunque reconoce que carece de formación en Bellas Artes, su mente imagina formas de las que se liberan sus creaciones de la madera. El parque vigués de A Riouxa cuenta desde este invierno con una de sus composiciones. Un árbol destruido por una tormenta se ha convertido en un águila con una seta.

La finalidad de estas piezas no es la venta o el arte, sino el altruismo. Varios amigos, conocidos y familiares disponen de alguna de estas tallas en sus jardines. "Todo lo he regalado, es mi hobby y mi única finalidad, pasarlo bien". Pone como ejemplo los bosques con árboles-escultura del País Vasco o el bosque pintado por Agustín Ibarrola en la localidad de Allariz. "Podrían aprovecharse más los bosques con fines educativos para escolares", asegura.