Refugiados en el castillo de Penso tras la batalla de Coia, mientras Madruga hace una sangría entre los vigueses del exterior, reciben refuerzos inesperados. Diego Pazos de Probén, que procuró hacer honor a su nombre, que se llamaba como su abuelo muerto peleando en el castillo de Tenorio, y que inicialmente estaba con Madruga, sepultó a sus dos hermanos degollados, y después de un altercado con el conde de Camiña, de cuyas manos se libró abriéndose camino con la espada, se acogió en el castillo del Penzo, enseñando a los defensores el uso de arcabuces (robados a los mercenarios) y artillería contra el de Sotomayor.

El de Sotomayor, ante los arcabuces y bombardas que disparan desde el castillo, se repliega y al final tiene que huir. Es su segunda derrota, pero vuelve más tarde y se hace con Vigo no por las armas sino por vías indirectas, apoyándose en sus aliados de Castrelos y Freixeiro y aprovechando una disputa familiar entre los Figueroa y los Pazos de Probén. Diego Pazos se enamora de la hija mayor de Álvaro Alfonso Figueroa. La madre se opone a la boda y, tras raptarla y casarse con ella, por fin le aceptan. Le ayuda igualmente el arzobispo Fonseca dándole las piedras del castillo del Penzo, con las que el matrimonio se hizo una torre en Vigo, que hoy ves la sede del Instituto Camoes en la Plaza de Almeida.

Barros habla de un tercer asedio a Penso por parte del de Sotomayor y estaba a punto de conquistarlo cuando llegó por mar el arzobispo Fonseca con 500 hombres. Penso y Vigo quedan libres y en 1479, al perder el bando portugués la guerra contra Isabel la Católica, Madruga queda desvalido y desaparece del mapa.