Javier comenzó a renquear en cuarto de Primaria. Los profesores sugirieron que lo mejor era que repitiera un curso. En Secundaria los problemas fueron creciendo. A sus dificultades se unió la separación de sus padres y el paro, que les obligó a su madre y a él a ir a vivir a casa de los abuelos. Javier no se concentraba en clase, perdió todo el interés y no era capaz de entender lo que le enseñaban. La orientadora se volcó en su caso; mantuvo largas conversaciones con él y con sus padres y decidieron que lo mejor era incluirle en un programa de diversificación en el que, gracias a la mayor atención del profesor, con solo diez alumnos, consiguió ir sacando las materias. La sonrisa de Javier cuando años después se presentó ante ella con el título de FP en las manos, se le quedó grabada a la orientadora para siempre.

"Salvar" al mayor número de alumnos posible del abandono escolar. Encontrar para cada uno de ellos el camino adecuado para dirigir su futuro; detectar las razones por las que un niño deja de rendir en el aula y buscarles una solución; idear estrategias para prevenir el acoso escolar. Estas son solo algunas de las muchas y variadas tareas de las que se ocupan los orientadores escolares, un profesional a medio camino entre la docencia y la psicología que cada vez cobra más importancia en los centros escolares.

En estos momentos, los centros educativos gallegos cuentan con 767 orientadores -398 en los centros de Infantil y Primaria (CEIP) y 342 en los Institutos de Enseñanza Secundaria (IES), a los que se unen 27 equipos de orientación específicos provinciales-. Su perfil varía entre pedagogos, psicopedagogos y psicólogos y, aunque existen unos programas oficiales para evitar el abandono escolar, cada uno tiene su propia metodología e imprime su estilo a su labor.

Fracaso. Esa es la primera palabra que los orientadores descartan. "No es un fracaso de los alumnos; lo es del sistema educativo", advierte María Paz Raña, orientadora del IES Rosais II que, junto a Mª José Fernández, tratan cada año de atender las necesidades de los más de 500 alumnos del centro.

En lo que todos están de acuerdo es en que diversificar las respuestas, atender a la diversidad, es el método idóneo para conseguir mejores resultados. "Todos los centros tenemos un alumnado de características muy diversas, desde los que se encuentran en una situación social desfavorecida a los que tienen algún tipo de trastorno del aprendizaje o un retraso concreto en alguna materia", describe MªJosé.

Excelentes resultados aseguran que ofrecen los programas de diversificación curricular, que se iniciaron a principios del 2000. Se trata de agrupar a los alumnos con dificultades en grupos de no más de diez para recibir las materias más importantes, que se agrupan en áreas de conocimiento y las imparte un mismo profesor. El resto de las materias las cursan con el grupo ordinario.

"El requisito esencial para entrar en estos grupos es tener motivación, ganas de sacar adelante el curso; cuando es así podemos decir que funciona de maravilla y que casi todos los alumnos que han pasado por aquí han logrado sacar un título que, sin este apoyo, habría sido casi imposible", aseguran las orientadoras del IES Rosais II.

Advierten que en ocasiones cuesta convencer a los padres de las ventajas de este sistema y son ellos y sus hijos los que tienen la última palabra. "Algunos creen que recibirán un título de segunda categoría cuando no es así; los contenidos que se les imparten son suficientes para continuar sus estudios y el título que reciben es exactamente el mismo que el de sus compañeros; simplemente es una forma distinta, mucho más personalizada, de enseñárselos", explica Esther Mato, del IES Chapela. Después, la mayor parte de los alumnos optan por un FP, "aunque también tenemos casos que han realizado el Bachillerato", apunta la pedagoga.

En otros casos en los que hay problemas de aprendizaje más complicados y el alumnado está totalmente desmotivado y en riesgo de exclusión social hay un programa que trata de buscar otro camino para ellos. Se trata del programa de Garantía Social, que después pasó a llamarse Formación Profesional Básica y la Ley Wert bautizará Programa de Cualificación Profesional Inicial (PCPI). "En este programa tenemos acuerdos con empresas para formar a los alumnos en distintos perfiles profesionales; dos días a la semana acuden a la clase ordinaria en el instituto y otros tres se forman en las empresas. Al final se presentan a las pruebas de ciclo medio", describe la orientadora del IES Chapela, único de Redondela que ofrece este programa.

Además de las cuestiones educativas, las funciones de los orientadores abarcan los problemas de conducta y median en los conflictos entre padres, alumnos y profesores. "Respecto a los temas de violencia hemos conseguido crear un ambiente en el que los propios chavales ven mal este tipo de acciones y esa es la mejor prevención; además, creemos que sienten una confianza para contar sus problemas y saber que se van a intentar solucionar", explican las orientadoras del Rosais II. Por su parte, la orientadora del IES Chapela puso en marcha junto a la Asociación Asdegal un obradoiro de habilidades sociales y un taller de mejora de comunicación parental que les está dando muy buenos resultados. "La problemática social actual repercute mucho en la escuela y los orientadores cada vez desarrollamos más trabajo que corresponde a los servicios sociales y hacemos lo que podemos con nuestros recursos", afirma Esther Mato.

Emociones en conflicto

Los conflictos emocionales son el otro gran campo de trabajo de los orientadores escolares. "La mayor parte de los casos de abandono escolar tienen su origen en dificultades emocionales de los alumnos", asegura Hipólito Puente, orientador del IES Alvaro Cunqueiro. Su condición de psicólogo -es el vicedecano del Colegio de Psicólogos de Galicia- le lleva a prestar una especial atención a estos aspectos, al tiempo que reivindica que la figura del psicólogo debería de estar presente en todos los gabinetes de orientación. "Las labores de orientación escolar las puede desarrollar muy bien un pedagogo, pero hay otras para las que se necesita una formación específica en psicología", destaca. "Hay factores que no se están contemplando lo suficiente y que, especialmente en estos tiempos que corren, son importantes; se trata de la ansiedad, la autoestima... hay una crispación y desasosiego en muchas familias que influyen mucho en los niños y todo eso repercute en su rendimiento en la escuela. Estos problemas necesitan intervención terapéutica porque no permiten al chaval concentrarse y asimilar lo que le enseñan", añade el psicólogo.

Hipólito asegura que, a pesar de las muchas medidas que se están tomando para reducir el número de alumnos que no logran el graduado en ESO, "la realidad es que en España seguimos teniendo una tasa de abandono muy alta, cercana al 30%, por encima del doble de las europeas".