Un estudio en el campo cerca de A Coruña, con vistas al valle y una iluminación diseñada a su medida, es el refugio del dibujante Miguelanxo Prado, un lugar al que no le gusta invitar a nadie. "Es un espacio en el que pasas tanto tiempo que desarrollas una especie de pudor", justifica. El Premio Nacional de Cómic está en pleno proceso de creación de su próximo libro, un relato policiaco. "Me gusta trabajar en soledad; ya no sería capaz de hacerlo en una oficina rodeado de gente", afirma. Café y chocolate negro son sus mejores compañeros de fatigas. "A veces pongo algo de música de fondo, tipo Michael Nyman, pero no siempre", dice. Confiesa que, con los años, sus rutinas han ido cambiando. "Cuando mis hijos eran pequeños, trabajaba de noche; ahora soy férreo en cuestión de horarios", concluye.