La Real Filharmonía de Galicia dirigida por Christoph König orquestó ayer un programa extenso, variopinto y curioso. Comenzó la Sinfonía núm. 1 en re mayor, de Haydn. La música del "padre de la sinfonía" es despejada, no gusta del artificio esdrújulo, se obstina en el control más puro y pluscuamperfecto del desarrollo. Y por supuesto es un maestro en la combinación de los distintos elementos de la orquesta sinfónica. Muy brioso el presto inicial, predispuso a un humor muy claro que se mantuvo toda la noche. Duraría la primera parte del evento la Sinfonía núm. 9 en do mayor, Hob. I/9, también de Franz Joseph Haydn.

Entre ambas piezas, la Real Filharmonía interpretó "El aniversario de Washington", núm. 1, S. 5, de Charles Ives; uno de los primeros compositores trascendentes de clásica americana estadounidense. De hecho si en algo destaca su música es en la capacidad para acoplar al clásico elementos del folclore norteamericano integrando en su bulliciosa y acaso caótica estructura los clásicos bailes de granero. Desconcertante, aún hoy (así el tiempo de aplausos fue un momento de equívocos simpático).

La Suite de danzas francesas, de Paul Hindemith es otra apuesta por la contemporánea que mixtura lo clásico y formas novedosas, que lo situaron como estandarte del neoclasicismo. Nada que objetar a la dirección de Christoph König, y a ella le ha seguido la final Sinfonía núm. 48 en do mayor, Hob. I/ 48 "María Teresa", de, ¡sí!: Franz Joseph Haydn. Un cierre de círculo que arrancó y concluyó con el maestro sinfónico.

Saber combinar ambas facetas fue el gran acierto de König, un director al que avala el ser desde 2009 director titular de la Orquesta Sinfónica de O Porto - Casa de la Música y director musical de la Orquesta de Solistas Europeos de Luxemburgo. Enérgico, atrevido en la elección del programa y capaz de resolverlo con gran entrega (brillaron los metales, por ejemplo, en la Sinfonía núm. 9). Satisfizo al personal, que cantaba Javier Krahe.