"Te mandé un whatsapp hace media hora, te conectaste diez minutos después, pero no me has contestado"; "¿Qué hacías ayer en línea hasta las tres de la madrugada?, ¿con quién hablabas a esas horas?"; "¿Quién es la chica que sale a tu lado en la fotografía que acaban de subir tus amigos a Facebook?, ¿y la que le da al like en todas y cada una de tus actualizaciones?". Las aplicaciones de mensajería instantánea, como WhatsApp, Line o el más reciente Telegram, y las redes sociales, principalmente Facebook, han cambiado la manera de comunicarse de más de mil millones de ciudadanos de todo el mundo, con las incontables ventajas, pero también con los múltiples inconvenientes que el mal uso o el abuso de estas nuevas herramientas tecnológicas traen consigo.

"Todos estos nuevos sistemas de comunicación facilitan y amplifican las relaciones sociales, pero también pueden llegar a generar dificultades, sobre todo, en las parejas", reconoce el psicólogo y vicepresidente de la Sociedade Galega de Sexoloxía, Emilio López Bastos, quien no cree que esas nuevas herramientas tecnológicas sean "la causa de esas dificultades", que estarían relacionadas, a su entender, "con el uso que se hace" de ellas, y que afectarían más "a las relaciones entre los jóvenes, que prácticamente han nacido ya" con estos dispositivos. "Facebook, WhatsApp y otras aplicaciones similares facilitan el acceso a información privada, y el no saber gestionar de manera correcta esta circunstancia abre la puerta a que, por ejemplo, se malinterpreten determinadas palabras o situaciones y se desencadenen sentimientos de desconfianza o de celos", subraya.

López Bastos advierte, además, de que mediante funciones como el famoso doble check, la última conexión y la propia ubicación que contienen los nuevos smartphones, muchas personas pueden llegar a controlar casi todo de su pareja y de su actividad online. El doble check es el sistema que usa WhatsApp para indicar al usuario que su mensaje ha sido correctamente enviado (primer check) y que el receptor lo ha recibido (segundo check). "Esto puede generar cierta confusión, pues únicamente señala que se ha producido la conexión entre ambos terminales, no que el destinatario del mensaje lo haya leído", aclara.

La función de la última conexión, por su parte, muestra la hora en la que el usuario se metió en la aplicación de WhatsApp o Telegram -o si este se encuentra en línea-, algo que tampoco tiene por qué significar que la otra persona haya leído en ese momento el mensaje en cuestión. "Estas dos opciones generan una necesidad cada vez mayor de inmediatez. Si una persona le manda un whatsapp a su pareja, ve que esta se conecta y no le contesta, puede desencadenarse una demanda de explicaciones que derive en conductas de control, como revisarle el móvil a escondidas", señala López Bastos, quien insiste en que "estos sistemas son un canal perfecto para reforzar las relaciones en la primera fase de enamoramiento y para establecer nuevos contactos", pero advierte de que "se están llevando el tú a tú" y de que "pueden acarrear problemas si uno de los cónyuges se obsesiona por estar en permanente contacto con su pareja o por controlar cuándo se conecta".

Bastos asegura que el no saber gestionar de forma correcta el uso de la mensajería instantánea también puede afectar a la intimidad de las parejas. "Cuando pasan poco tiempo juntos por motivos de trabajo, el hecho de que el WhatsApp esté constantemente interrumpiendo los escasos momentos de intimidad que tienen también puede ser un motivo de conflicto. De hecho, este tipo de cuestiones ya se están empezando a abordar y a trabajar en las consultas", apunta.