La historia de la industria de las conservas no es reciente. Pese a tener una fortísima presencia en Galicia, ni siquiera se originó aquí propiamente dicho. Y es que el germen del hoy comúnmente conocido sistema de enlatado o envasado de alimentos del mar tiene su origen en el año 1810 en Francia y, concretamente, en la cabeza de un hombre: Nicolás Appert. En aquel año, y en el contexto de las guerras napoleónicas, este maestro confitero y cocinero francés publicó el libro L'Art de conserver pendant plusieurs années, toutes les substances animales et végétales (El arte para mantener durante varios años, todas las sustancias de origen animal y vegetal). Un libro cuya primera edición se encuentra expuesta en el Museo de Anfaco de la Industria Conservera con la firma del autor en una vitrina que muestra los orígenes un sector clave para la ciudad de Vigo y para toda la comunidad.

En aquellos años, y con una recompensa de 12.000 francos, Napoleón quiso premiar a aquel que ofreciese una solución para conservar mejor los alimentos, para así emplearlo en las campañas que emprendía por medio mundo. Con aquella publicación, en la que aprovechó sus conocimientos sobre champán para idear una botella con un corcho, Appert no solo consiguió el dinero, si no que marcó una tendencia recogida por muchos otros. Entre ellos se encontraba el inglés Peter Durand, quien a partir del libro y también en 1810 patentó la idea de preservar la comida en latas.

Escasez en Francia

Con la llegada de una profunda crisis por la falta de sardina en Francia entre 1880 y 1887 (principal elemento a enlatar en aquella época), y con los negocios de los catalanes asentados en Galicia (los conocidos como los fomentadores, que llegaron en 1750 debido a la escasez de sardina en el mediterráneo), la conserva se instaló en Galicia y Portugal de forma definitiva, ampliando la técnica del salazón típica en aquella época a los aportes de Appert y, posteriormente, de Louis Pasteur en 1864.

A partir de entonces, las diferentes empresas de la comunidad autónoma comenzaron a etiquetar las sardinas como si fueran producto francés y las destinaba al mercado internacional, hasta que las propias factorías se hicieron con el control.

La primera fábrica gallega en realizar conservas fue Caamaño, en 1850 en Noia, pero producían perdices y pichones. Sin embargo, son Goday (Illa de Arousa) y Curbera (Vigo) las que se disputan los primeros puestos de arranque de la industria de conserva en Galicia con productos salidos del mar: la de los hermanos Curbera Puig argumenta a su favor el inicio de su actividad en 1861 y la de Godoy la fabricación plenamente mecanizada, industrial y la monoproducción de sardinas al estilo Nantes.

Máquinas como cerradoras, sertidoras o toradoras se fueron desarrollando a finales del siglo XIX hasta conseguir los sistemas abre fácil, anillas, sobres herméticos, tetra brick o tri-pack redondo que existen hoy en día. Unos avances que tuvieron su inicio en Francia y que viajaron a Galicia para quedarse.