Manuel Sanjurjo Blein creció oyendo hablar a su abuelo de "monsieur Verne", un amigo de su padre, Antonio Sanjurjo Badía, con quien compartía su pasión por la ciencia, y a quien visitaría años más tarde en París. "Él siempre se refería a él como 'monsieur Verne' y yo no lo relacioné con Verne, el escritor, hasta que comencé a leer sus novelas, ya de mozo. Entonces, ni siquiera se reivindicaba la relación de Verne con Vigo", explica el empresario vigués. De esa relación de amistad que mantuvieron el inventor vigués del minisubmarino o boya-lanzatorpedos que se exhibe hoy en el Museo del Mar de Galicia, y el autor de "20.000 leguas de viaje submarino" no quedan pruebas, ya que las cartas del escritor francés se guardaban en la fábrica familiar, "La Industriosa", y fueron devoradas por un incendio en 1942.

"Hay quien cuestiona ahora la amistad entre mi bisabuelo y Verne, pero entre quienes dicen eso y las historias que contaba mi abuelo, me quedo con las segundas", defiende el empresario vigués. Su abuelo, que se llamaba Manuel como él, les narraba a sus nietos cómo Verne acudió a la fábrica cuando la caldera de su "Saint Michel III" se perforó y cómo a partir de ese momento los dos hombres entablaron una amistad que se mantendría a lo largo de los años. "Mi bisabuelo había colocado en medio de la fábrica un cilindro lleno de agua con un frente de cristal. Dentro había un minisubmarino que se sumergía. Estoy seguro de que Verne, cuando lo vio, se quedaría sorprendido", asevera. Sanjurjo considera que Verne y su bisuabuelo tenían muchos aspectos en común. "Los dos fueron unos visionarios", asegura.

Su propio abuelo fue, con sus dos hermanos, hasta París para entregarle en mano una carta del inventor vigués. "Siempre decía que los invitó a almorzar a Poissy y que fueron hasta allí en carruaje", relata Sanjurjo, que ahora es el quien transmite esta historia familiar a las nuevas generaciones de los Sanjurjo.