Para Enrique Rojas la vida tiene que tener cuatro grandes argumentos: el amor, el trabajo, la cultura y la amistad. "Se pueden compensar -dijo- unas con otras y tener claro que hay que aspirar a una felicidad razonable. No hay que pedirle a la vida más de lo que nos puede dar. La felicidad es como un puzzle en el que siempre va a faltar alguna pieza".

Del amor. Tras afirmar que la mayor epidemia social en países desarrollados era el divorcio señaló que la convivencia conyugal era difícil pero se soluciona con amor, "que hay que protegerlo y es un trabajo". De la cultura: "Es la estética de la inteligencia, y la lectura es a la inteligencia lo que el ejercicio físico al deporte. Consiste entre otras cosas en apagar la televisión". De la amistad: "Significa afinidad, donación... Se hace de confidencias y se deshace con la indiscreción".

Y en su recorrido por las etapas del hombre, llegó a la madurez. "Cuando eres joven -dijo- estás lleno de posibilidades, cuando eres mayor de realidades. A partir de los 40 aparece el balance existencial, el arqueo de caja de la vida. Muchas veces las cuentas no salen. Es fundamental reconciliarnos con nosotros mismos y saber que la vida no va bien sin buenas dosis de olvido". Llegó a la tercera edad señalando una idea: la frontera es difusa, cada vez se llega más tarde pero uno se hace viejo cuando sustituye sus ilusiones por sus recuerdos, cuando uno empieza a mirar más hacia atrás que hacia delante.

Y no se olvidó de referirse a depresiones, ansiedades y trastornos de la personalidad, con palabras optimistas. "Hoy, más del 90 por ciento de las depresiones se curan".