"Lo voy a echar de menos, estas mañanas de invierno...y no deja de ser posible, sino casi seguro, que un puesto distinguido, en la historia de la poesía española, quedó vacante antes de tiempo y casi en flor cortado". Con estas palabras, escritas en el artículo publicado en el suplemento cultural del Abc del 4 de septiembre de 1982, Gonzalo Torrente Ballester transmitía no solo su dolor por la muerte de un joven amigo, sino también la tristeza que le producía su "casi" absoluta certeza de que la poesía española había perdido a uno de sus más prometedores valores...Claro que tal vez no tenga que se así, que Jorge falleció, cierto, mas no su legado.

Jorge Loira Gago dejó de existir el 25 de agosto de aquel año, pero su obra quedó viva y guarecida en carpetas, en papeles que ahora su familia ha recopilado y se dispone a publicar en "uno o varios libros", en palabras de sus padres, Josefa y Jorge, quienes, además de cuidar de este tesoro literario, proceden a enseñarnos una habitación entera decorada con dibujos, pinturas y esculturas realizadas por el primogénito que perdieron en un fatal accidente en el mar del que tanto gozaba.

Antes de que finalice el año, la familia Loira quiene tener publicado al menos el primer volumen de la obra poética de Jorge Loira y, asimismo, abrir una exposición con sus pinturas y esculturas. En ello trabajan codo con codo Josefa y Jorge con su hija María, que no llegó a conocer a su hermano más que a través de estos papeles sueltos tallados con su puño y letra ante los que ha quedado, tan emocionada en lo sentimental, como fascinada en lo intelectual.

Jorge Loira Gago (Bueu, 1963) estudiaba en la Facultad de Psicología de la Universidad de Salamanca cuando, haciendo caso de los consejos de su padre, un día se acercó a Gonzalo Torrente Ballester para presentarse: "Soy hijo de Jorge, el de Bueu". Don Gonzalo recibió con su acostumbrada amabilidad al joven y muy pronto entabló una amistad que derivó en una suerte de complicidad entre un maestro de la literatura y un alumno que llevaba camino de convertirse en un gran poeta, o que acaso ya lo era, algo que descubriremos con la publicación de sus poemarios, todos ellos inéditos, vírgenes todavía del ojo crítico pero, por lo que atistbaba el autor de "Los gozos y las sombras", cargados de esa arma llamada futuro.

Jorge visitaba al maestro casi a diario, le daba a leer sus poemas, le pedía su opinión, y éste guió sus primeros pasos con la recomendación de las lecturas adecuadas y un cariño cada vez más crecido...Y de súbito, la muerte lo interrumpió todo.