Hubo un momento en la historia del arte en que copiar no estaba mal visto. La catedral de Ourense no quiso ser menos que la de Santiago y en el siglo XIII copió su famoso Pórtico de la Gloria. Un discípulo del Maestro Mateo se encargó de realizar el Pórtico del Paraíso, que ahora recobra todo su esplendor gracias a las labores de limpieza y restauración que se llevan a cabo en la catedral ourensana.

"El pórtico de Santiago cautivó desde el primer momento, y Ourense encargó uno igual. Esa vinculación de este pórtico con el de Santiago es muy importante a nivel cultural", afirma Miguel Ángel González, delegado de Patrimonio de la diócesis de Ourense. Aunque los escultores que realizaron las figuras no tenían la talla del Maestro Mateo, "el Pórtico del Paraíso es una referencia obligada del arte medieval. Esta misma semana han estado visitándolo estudiantes de un curso internacional de Medieval y todos han quedado sorprendidos".

Eclipsada por la catedral de Santiago, la de Ourense es poco conocida por los gallegos, e incluso por los propios ourensanos. "De los cien mil habitantes de la ciudad, creo que unos 60.000 no conocen la catedral", se lamenta Miguel Ángel González. Las obras de restauración del pórtico, a cargo del Centro de Conservación y Restauración San Martín, comenzaron hace un mes y concluirán a principios de diciembre. Cuatro profesionales trabajan meticulosamente en la recuperación de la policromía de las figuras pórtico.

Los trabajos han servido también para certificar la calidad de imágenes que se añadieron al pórtico en los siglos XVI y XVIII y que han sorprendido a los propios restauradores por su calidad. Es el caso de la imagen ecuestre de San Martín, de madera, que tiene un paralelismo con el San Martín de Gregorio Fernández. "Es una escultura extraordinariamente bella y de gran calidad -añade el delegado de Patrimonio-, lo mismo que la propia imagen de la Virgen del Consuelo, que se añadió al parteluz, y que al limpiarla se comprueba que puede atribuirse perfectamente a Cornelis de Holanda, el autor del retablo mayor". También la imagen de Santiago, que está adosada desde el siglo XIX luce de nuevo en toda su calidad. El pórtico se construyó en torno al año 1.200 y la imagen de San Martín se añadió en el siglo XVI. Tanto la figura de San Martín como las de la Virgen de la Consolación y Santiago son elementos exentos de la estructura del pórtico, pero que también son objeto de las tareas de limpieza y restauración.

Si estas figuras han sorprendido por su calidad, la mayor sorpresa es ver cómo el Pórtico del Paraíso en su conjunto recobra el esplendor perdido, con unos colores que llaman la atención de los visitantes.

Casi todos los personajes que aparecen en el pórtico son identificables, porque se copió el esquema de distribución que aparece en Santiago, con los profetas a la izquierda y los apóstoles a la derecha. "En realidad no hay ninguna novedad iconográfica respecto de Santiago", explica Miguel Ángel González.

Policromía del siglo XVIII

Los restauradores están recuperando los colores originales de la policromía. La limpieza química de las figuras es un proceso que forma parte de la restauración. "Usamos disolventes y jabones que no dañan la policromía original", explica Vania López, directora de los trabajos. "El soporte está bastante bien conservado -añade-, pero la policromía se fue oscureciendo con el paso de los años por la acción del humo de las velas, el polvo y la humedad". Al tratarse de un soporte de piedra, las figuras se conservan bien. Eso sí, hay algunas de la parte Norte que están más blanquecinas por efecto de las sales.

A diferencia del pórtico compostelano, que se construyó en el siglo XII y se policromó poco después, en el de Ourense la policromía se realizó cinco siglos más tarde de su construcción, en el XVIII. De ahí la diferencia de las pinturas empleadas. En el caso de Ourense se trata de óleo, mientras que en Santiago se trata de otro tipo de pigmentos. A pesar de no ser una policromía apropiada para la cantería románica, el centro de restauración considera que "eliminarla sería muy agresivo".

A Vania López lo que más le ha sorprendido es la talla en piedra de las figuras, "que tiene un detalle muy minucioso, por ejemplo en el pelo". Para ella "es un privilegio restaurar una obra única como esta, es una auténtica joya. Al ver ese trabajo desde tan cerca compruebas la armonía, la proporción y los detalles de todas las imágenes. Verla de cerca es impresionante", concluye Vania López.

La limpieza química en la que trabajan las restauradoras ha descubierto tonalidades verdes, rojas y azules que habían quedado ocultas por capas de polvo, y brillos dorados que contrastan con la oscuridad que todavía mantienen las figuras que no han sido intervenidas.