Marino en la expedición de Magallanes que dio la vuelta al mundo; desertor y superviviente durante cinco años en las islas de Los Ladrones (Las Marianas actuales), en el Pacífico; intérprete entre los nativos y los conquistadores españoles; pacificador en el enfrentamiento de éstos con los portugueses€ La enigmática figura de Gonzalo de Vigo ha sido rescatada del olvido por Óscar Ferreiro, profesor e investigador de Traducción e Interpretación de la Universidad de Vigo, que descubrió su existencia en las investigaciones de su tesis doctoral, que, bajo la dirección del doctor Xoán Manuel Garrido Vilariño, versa sobre los mediadores lingüísticos e intérpretes en las Reales Audiencias, los tribunales que existían en la Península y en las Américas.

"En la época de las conquistas -señala Ferreiro- el lengua o intérprete era muy importante porque conocía el terreno, las costumbres, aquello que podría molestar a los indios; sabía mediar si había una situación delicada porque conocía la lengua. Su papel era fundamental".

De Gonzalo de Vigo se conocen muy pocos datos personales. Según el historiador Amancio Landín, su verdadero nombre era Gonzalo Álvarez, hijo de Rodrigo Álvarez y de Isabel Martínez. Dado que él mismo se identifica como gallego, no es difícil deducir que era natural de Vigo. Tampoco se sabe dónde murió, aunque Óscar Ferreiro supone que terminó sus días en las islas Marianas, en pleno Océano Pacífico, pues su nombre no figura en ningún archivo entre los retornados. "Se integró muy bien por la lengua y la cultura, y posiblemente se quedó allá, incluso con alguna nativa€ pero eso son ya suposiciones", añade el profesor vigués.

Pero si de su vida personal no hay demasiados datos, su labor como intérprete en las islas del Pacífico está documentada en diversas crónicas de la época, donde se elogia su papel de mediación. Destaca Ferreiro las alusiones a Gonzalo de Vigo en la "Historia general y natural de las Indias", de Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés. En esa crónica "se le denomina girubasa, o lengua, que significa intérprete, y de hecho fue el intérprete entre los españoles y el rey de Las Molucas. Cuando hay un intérprete capaz de mediar entre las partes, normalmente las conversaciones no acaban en un enfrentamiento, porque las dos partes se sienten cómodas, como se recoge en el relato de Fernández de Oviedo -"y el rey mostró que se holgaba mucho con la embajada"-. Gonzalo de Vigo hacía de mediador entre ambas partes.

Añade Óscar Ferreiro que el papel de personajes como Gonzalo de Vigo fue fundamental para que los españoles y portugueses pudiesen conquistar aquellas tierras. Explica que los indios siempre fueron más en número que los conquistadores españoles, de ahí la necesidad de un intérprete que mediase con ellos. "Gonzalo de Vigo se vio obligado por fuerza mayor a quedarse en aquellas islas del Pacífico, se integró perfectamente en las mismas y de ahí la destacada actuación que tuvo posteriormente", añade el investigador vigués.

La aventura de Gonzalo de Vigo comienza en septiembre de 1519, cuando parte de Sanlúcar de Barrameda formando parte de la expedición de Magallanes que sería la primera en circunnavegar el planeta. De las cinco naves que formaban la expedición, sólo dos consiguieron llegar al archipiélago de Las Molucas, las famosas islas de las especias: la "Victoria" y la "Trinidad", en la que iba enrolado Gonzalo de Vigo. En el viaje de regreso a España, la "Trinidad", al mando de Gonzalo Gómez de Espinosa, sufrió una gran avería, por lo que intentó regresar a tierras americanas. Pero se encontraron con tales tempestades que frenaron el viaje y la tripulación se veía abocada a la muerte por hambre y escorbuto. La nave consiguió finalmente llegar a las islas de Los Ladrones y en cuanto tuvo oportunidad, en agosto de 1522, Gonzalo de Vigo desertó junto con dos portugueses y se refugió en la isla de Maug.

Cuatro años más tarde, el 5 de septiembre de 1526, cuando Alonso de Salazar, de la expedición de Jofre de Loaysa, recala en la isla de Guam, se encuentra con el peculiar personaje. Cuenta Andrés de Urdaneta, cronista de la expedición, que al llegar a Las Marianas "hallamos un gallego que se dice Gonzalo de Vigo, que quedó en estas islas con otros dos compañeros de la nao de Espinosa, é los otros dos muriendo, quedó él vivo, el cual vino luego á la nao é nos aprovechó mucho porque sabía la lengua de las islas."

Gonzalo Fernández de Oviedo, por su parte, relata así el encuentro: en una isla llamada Botahá les vino un cristiano en una canoa que, hablándoles en castellano, "les dixo: 'En buena hora vengais, señor capitán, maestro y la compañía'. Y los de la nao con mucho placer le respondieron que fuesse bien venido, y preguntáronle que con quién avía ydo á aquellas partes, y respondió assi: 'Señores, yo soy uno de los del armada del capitán Magallanes, y saíme de la nao del capitán Gonçalo Gómez de Espinosa, quando tornó á arribar al Maluco. No pudiendo yr á la Nueva España, y porque en essa saçon se morían de çierta dolencia en la nao, salimos yo y otros dos compañeros portugueses por miedo de morir, en la isla mas çercana del Norte, y allí mataron los indios á los otros dos compañeros mios por çiertas sinraçones que ellos acometieron, y después me passé de allí con unos indos á esta isla de Botahá; y soy gallego y me llamo Gonçalo de Vigo, y sé muy bien la lengua de las islas'.

Dicho esto, no quiso entrar en la nao, sin que le diesen seguro real; y diósele, y luego se entró en la nao y fue con ellos al Maluco; y les aprovechó, porque sabía bien las lenguas de aquellas tierras y también alguna cosa de la lengua malaya. En aquellas islas, antes que surgiesen, les vinieron muchas canoas á bordo con muchos cocos y agua en calabaças, y pescado, y plátanos, y batatas, y arroz, y sal, y otros muchos fructas que hay en aquella tierra; y no querían por ello otra cosa sino hierro, assi como clavos ó cualquier cosa de punta".

Se integró en las islas

"Lo interesante es comprobar cómo sobrevivió después de la muerte de sus dos compañeros portugueses a manos de los nativos de Los Ladrones -comenta Óscar Ferreiro-. Se integró de tal forma en la vida de los nativos que conocía la lengua de las islas y también el malayo".

Además de la lengua de los indios, el marino vigués conocía bien la situación y características de las islas que habitaban y así se lo informó a los expedicionarios españoles. "Según les dijo Gonzalo de Vigo -relata Fernández de Navarrete- estas islas son trece, que corren NS desde 12º hasta 19º de latitud N. En ellas no hay ganado, gallinas ni otros animales y los bastimentos se reducen a gran cantidad de arroz, pescado, cocos, aceite de cocos y sal".

El intérprete vigués abandonó su vida entre los nativos y se sumó a la expedición española. "Habiendo hecho aguada -continúa Navarrete- partieron de esta isla para las de Maluco el día 10 antes de amanecer yendo con ellos Gonzalo de Vigo por su voluntad". Un mes más tarde, en octubre, hicieron escala en la isla de Mindanao. Urdaneta y varios hombres, entre ellos Gonzalo de Vigo, desembarcaron en una chalupa para ver cómo era la población indígena. Los españoles entregaron a los nativos objetos relucientes de escaso valor a cambio de cocos, plátanos, vino de palma, arroz y alguna gallina. Así lo relata Fernández de Navarrete: "El día 9 por la mañana fue el batel á tierra; el gallego Gonzalo de Vigo sabía un poco la lengua Malaya y se entendía con los del país. Estaban haciendo amistades con el Rey que les quería dar provisiones pero llegó un hombre natural de Malaca y creyendo éste que los españoles eran portugueses dijo al Rey que no les diese nada ni tomase amistad con ellos que él conocía sus tratos y al mejor tiempo los matarían".

Unos días más tarde, Urdaneta y otros hombres intentaron repetir la operación de trueque, pero los indígenas habían sido soliviantados por el malayo, por lo que se sucedieron momentos de tensión, hasta el punto de que los nativos tomaron como rehén a Gonzalo de Vigo, que finalmente pudo escapar y regresar a la chalupa. Al día siguiente Zarquizano, con sesenta hombres perfectamente pertrechados, desembarcó y se adentró en la jungla hasta llegar al campamento, donde, cuenta Urdaneta, "envió a requerirles a los indios de paz a que nos vendiesen algunos alimentos"; pero la respuesta de estos fue salir corriendo con sus enseres y adentrarse en la espesura de la selva.

Tras una nueva escala en Cebú, el 22 de octubre desembarcaron en la isla de Talao, en las Célebres, y gracias a la mediación de Gonzalo de Vigo consiguieron hacer amistad con el rey, al que dieron una bandera con las armas del emperador, como señala Agustín Rodríguez González en su trabajo sobre la expedición de Loaysa. Por fin, el 29 de octubre de 1526 avistaron la isla de Gilolo, en Las Molucas, pero debido a una calma solo pudieron fondear en Zamaso el 4 de noviembre. Poco después entablaron negociaciones con el rey de Gilolo. Como señala Navarrete, "Alonso de los Ríos, que era sobresaliente de la armada, hizo muy buena relación al rey, siendo intérprete el gallego Gonzalo de Vigo, diciéndole que el Emperador enviaba una armada a las islas del Maluco para favorecerlos€". También Fernández de Oviedo destaca el papel jugado por el intérprete vigués, pues señala que los capitanes Urdaneta y Alonso de los Ríos negociaron con los reyes de Tidore y Gilolo y "relataron su embajada por interpretación de Gonzalo de Vigo, que era girubasa, que quiere decir lengua, el cual sabía hablar alguna cosa de la lengua malaya (€) y el rey mostró que se holgaba mucho con la embajada".

Girubasa es una palabra malaya que en la actualidad se escribe jurubahasa y que significa intérprete. Se trata de un término compuesto de juru, que significa experto, y bahasa, es decir, lengua.

Comenzaron por entonces los enfrentamientos con las tropas portuguesas, que defendían que el Malaco estaba bajo el rey de Portugal, mientras que los españoles argumentaban que tenían instrucciones del emperador. El 1 de enero de 1927 la nave española "Victoria" fondea en Tidore, y dos semanas más tarde es atacada por los navíos portugueses.

Encontramos de nuevo a Gonzalo de Vigo en 1533 en Gilolo, donde tuvo una destacada actuación en momentos tensos con los nativos de la isla, pero también como mediador entre españoles y portugueses. Lo cuenta José María Madueño Galán en un trabajo sobre Urdaneta: "El 10 de diciembre la armada portuguesa se presentó en Gilolo pero fueron convencidos por el parlamentario enviado por el capitán español, Gonzalo de Vigo. Los diecisiete castellanos que quedaban en Gilolo se abrazaron con sus antiguos enemigos y los gilolanos, estupefactos ante la actitud de los españoles, inesperada para ellos, desistieron de sus intenciones y se adentraron en los montes".

Probablemente Gonzalo de Vigo no regresó a España en 1536 en la única nao que quedaba de la expedición, comandada por Urdaneta. Al llegar a Lisboa, a los españoles les fue incautada por el Rey de Portugal la numerosa e importante información recabada durante una circunnavegación de 11 años.