Los colmillos de ballena pirograbados se reparten desde el viernes por las vitrinas del Museo Massó para destacar la figura de uno de sus fundadores, Antonio Massó. El más pequeño de la tercera generación de los Massó disfruta ahora del protagonismo que nunca tuvo a través de una exposición temporal que se dispone a lo largo de las tres salas del museo buenense y que ha despertado el interés de los que visitan el centro. Hasta finales de octubre los visitantes podrán admirar sus grabados en dientes de cachalote y conocer la función que este empresario desempeñó en la gestión de la imagen de la conservera.

El núcleo principal de esta muestra, que se integra dentro de la exposición permanente del museo, es la afición de Antonio Massó por el pirograbado. El más creativo de los hermanos decidió probar la técnica del scrimshaw en dientes de cetáceos, ya que la fábrica familiar le permitía el acceso a estos materiales. Como no era común pirograbar colmillos de ballena, el más joven de los Massó encargó a la carpintería de la conservera varios útiles de trabajo y que hoy se encuentran expuestos en el museo. También se exhibe la máquina pirograbadora que adaptó para grabar sobre marfil, la pulidora, el aparato que utilizaba para sujetar los colmillos y los cepillos que creó para lijar dentro del agua.

Inspiración marinera

Antonio Massó se inspiraba en motivos náuticos y escenas la caza de la ballena, que él mismo fotografiaba o que copiaba de los libros de la colección familiar. Entre los objetos cedidos por los amigos y familiares de Massó se encuentran las ilustraciones que el artista imitaba para grabar los colmillos, las piezas que regaló a sus seis hijos con motivo de sus bodas de oro con María Victoria de Ariza, los dientes que ilustró con vírgenes a modo de felicitaciones navideñas, los colmillos que grabó para conmemorar el buque Barreras Massó II y los grabados que hizo en madera. También están expuesto el retrato que Xoán Piñeiro esculpió para él, las cartas que le enviaba al bibliófilo Francisco Vindel y el ex-libris, elemento identificativo de la biblioteca particular de los Massó, que fue diseñado por él.

Cuando Antonio Massó se incorporó al consejo de la fábrica se le asignó el área comercial y durante años se encargó de los catálogos, la imagen de la empresa y los objetos de promoción. En las vitrinas de la sala dedicada a la factoría encontramos piezas de la vajilla que sale en los folletos de Massó y varios objetos promocionales. También está expuesto el último catálogo que Antonio Massó dirigió, donde homenajeó a su amigo Federico Ribas. En la pared cuelga una fotografía del año 1978 donde se ve al empresario recibiendo el premio a la mejor imagen de marca.

En esta época ya estaba prohibida la caza de la ballena y el más joven de los Massó tenía que conformarse con fragmentos de marfil para hacer los llaveros, abrecartas y encendedores que se disponen en la última sala del museo, dedicada a la ballenera.