El aficionado que acudió ayer a la primera de feria en Pontevedra salió satisfecho. Castella, que salió a hombros, y especialmente Morante de la Puebla con una grandiosa faena en el quinto toro levantaron los aplausos del respetable. Sin embargo, éste último se quedó sin premio al fallar, de forma reiterada con el estoque algo habitual en este torero, una lástima. Sin duda, Morante se ganó la ovación que le dió el público en su vuelta al ruedo. Quien no estuvo a la altura fue Ponce que le salva el cariño que le procesa la afición pontevedresa.

Fue una buena tarde de toros. Con sensaciones encontradas. Con un triunfador por trofeos, pero con otro mayor por méritos. Y con una decepción, la de un Ponce venido a menos que en la primera corrida de la Feria Taurina de La Peregrina inventó el "toreo por televisión", por definirlo de alguna manera.

Sebastián Castella abrió la puerta grande al cortar una oreja a cada uno de sus enemigos, pero quien pudo realmente armar el taco fue Morante de la Puebla, que se quedó con un apéndice en su primero, y con la miel en los labios en su segundo, quinto de la tarde, al que le hizo una faena majestuosa, malograda en la suerte suprema, al pinchar nada menos que siete veces, antes de conseguir estoquear acertadamente a su rival.

Ponce se fue de vacío, y ello a pesar del cariño que se le tiene en el coso de San Roque, pero esta vez el diestro de Chiva, tantas veces triunfador, defraudó. Cierto que le tocó el peor de los lotes, pero también lo es que se lo vio como desganado, sin arrimarse ni arriesgar lo más mínimo, aún a pesar de que los morlacos que le tocaron en suerte no eran los mejores para el lucimiento, pero no se les puede negar nobleza y comodidad para el matador.

El cartel prometía y los aficionados respondieron. Algo más de tres cuartos de entrada en los tendidos, con ganado de Alcurrucén que, fiel a su línea, tuvo una buena presentación, nobleza, pero pecó de justeza de fuerzas y flojera de remos. Fueron toros amables para los diestros, que no dieron ni un sólo susto, destacando especialmente el segundo, tercero y quinto.

Los seguidores de Enrique Ponce, que son legión, y muchos de ellos en esta zona, habrán salido decepcionados. En el que abrió plaza dejó muestras de la calidad tantas veces demostrada, especialmente con una gran serie de derechazos en los medios, su faena no llegó a conectar con el tendido, especialmente por verse a un diestro lejano, frío, sin meterse nunca en terrenos comprometidos. Poco más que palmas logró arrancar tras despachar a su enemigo.

Peor fue en el cuarto de la tarde. No dio ni un sólo capotazo. Hizo un tímido intento de quite, que abandonó al segundo lance. Cierto que fue el peor animal del encierro, pero también que permitía bastante más. Con la muleta estuvo desmotivado, como si arrojase la toalla ante la evidencia de que esta no era su tarde, en un toreo "a distancia", eludiendo siempre terreno comprometido, en una discreta labor que ni siquiera su innegable calidad pudo tapar.

Por si fuera poco hasta estuvo desacertado con la espada, obteniendo el silencio del tendido tras despachar a su enemigo.