José Manuel Suárez Sandomingo, presidente de la Asociación Profesional de Pedagogos de Galicia, sostiene que en los casos como el ciberacoso o la pederastia a través de internet hay un factor, el desconocimiento sobre el medio, tanto de los adolescentes como de sus padres, que facilita que proliferen con relativa facilidad, y aboga por una mayor vigilancia por parte de los padres. "No se trata de darle al niño una tableta o un ordenador y ya está. Hay que tener un control sobre el uso que le da al dispositivo", explica.

-¿Qué retos éticos-pedagógicos plantean las nuevas tecnologías teniendo en cuenta los datos de este estudio?

-El reto es importante y no lo estamos haciendo muy bien porque no se trata de darle al niño una tableta para que nos deje tranquilo y ya está. Los padres tienen que tener un control sobre su uso, bloqueando el acceso a determinadas páginas y sabiendo cuánto tiempo está delante del ordenador porque si está mucho tiempo se aburrirá de lo que dicen sus amigos en la red y mirará de qué hablan otras personas. Internet es un gran problema por dos motivos: uno, que los chavales no saben dónde se meten; y dos, que sus padres tampoco lo conocen y no saben, por tanto, controlarlo. En medio de esto, hay redes sociales que tienen la permisividad controlada y otras que son ambiguas.

-¿Un consejo básico para controlar de forma mínima el uso que el menor hace de internet?

-Desde luego, que los niños de corta edad no tengan el ordenador en su habitación, sino en un lugar común. En este curso se van a iniciar con las tabletas en las escuelas y esto va a causar conflictos, sin duda, porque además el chaval no se conforma con la tableta o el ordenador de los padres, sino que quiere el suyo propio. Y aquí los padres tienen que saber poner límites. Hay muchas otras formas de controlar el uso de internet, por ejemplo, a través del historial de búsquedas y con los códigos de restricción de acceso que vienen con los aparatos.

-También es alarmante que los adolescentes reconozcan que no acudirían a sus padres si tienen problemas en la red.

-Hay que dinamizar la confianza. Es importante que, como en la vida real, sepamos con quiénes se relacionan en la red, y aunque nos parezca impertinente debemos preguntar tanto por con quién sale como por quién está chateando. Para educar a un niño hay que ser riguroso. Una cosa es permitir y otra la permisividad. Y si no se tiene confianza, cuantos más límites, mejor. El niño es el que tiene que adaptarse a los adultos y no estos al niño. Pero la educación no es una responsabilidad exclusiva de los padres. Para educar a un niño se necesita toda la tribu y nuestra sociedad es demasiado permisiva.

-¿La clave está en educar en el buen uso de las nuevas tecnologías?

-El problema es que los niños son nativos y los adultos, sobre todo los mayores de 35 años, migrantes, en esto de internet. Tienen que aprender los dos porque los niños saben moverse de un lado a otro por la red, pero ignoran dónde se meten. Y aquí está el peligro.