¿Por qué Sevilla como marco de la acción de su novela? A esa pregunta respondió Becerra que "la historia me pedía esa ciudad tan llena de contrastes, de máximos, mágica, en la que los personajes iban a poder caminar con mucha fluidez. Una ciudad de ritos y tradiciones, muy viva, y con los sentidos muy despiertos. Donde los azahares, la música, el incienso y el flamenco potencian todos los sentidos". Respecto a la etiqueta de "realismo mágico" que han adjudicado a su obra, dijo que eso lo había dicho un crítico, no ella, "pero vengo de un país, Colombia, con un imaginario impresionante: crecí entre la realidad y la ficción, con esos cuentos que oía de pequeña, los ruidos de la noche... Recuerdo por ejemplo un pájaro nocturno que sonaba como si estuviesen ahorcando a una mujer, y en mi casa se decía que era la novia sin cabeza, cuyo cuerpo iba buscando su cabeza... Terminas viviendo en esa realidad imaginada".

Desde la publicidad

Esta colombiana dedicó 20 años a la creación publicitaria antes de que se pasara a la literatura, ya con seis novelas. "La literatura me lo da todo", confiesa. "Algo que debes conseguir en la madurez es ir en consonancia con lo que te pida el interior. La publicidad es arte en una prisión, con un objetivo, pero la literatura es arte en libertad". ¿Y ha muerto en el siglo XXI la pareja tradicional? A tal cosa responde Ángela Becerra que no. "La pareja y la familia seguirán existiendo siempre, pero hay que cambiar muchas cosas. Una pareja no deja de ser, aparte de todo su romanticismo, un acuerdo entre dos personas para construir o hacer el camino de la vida juntos".