Otra moda es posible, otra forma de confeccionar prendas que respeten el medio ambiente, la salud del cliente y creen puestos de trabajo con salarios dignos puede realizarse renunciando, por ejemplo, al uso de algodones y tintes sin químicos tóxicos y volviendo a confiar en los talleres de confección gallegos y no asiáticos.

La contrarrevolución de la moda ecológica ya está en marcha con distintas propuestas operativas en España a través de plataformas como Slow Fashion Spain o Fabrics for Freedom.

La primera propone cursos on line o presenciales sobre moda sostenible o emprendimiento verde en el sector textil. La segunda también camina por ese camino añadiendo en el servicio de asesoría un muestrario de 300 telas con materiales ecológicos que mostrará en un showroom a finales de septiembre en Galicia. Al frente de Fabrics for Freedom (FFF), se encuentra María Almazán, quien considera Galicia como "su segunda casa, casi la primera".

"Empecé en esto hace cinco años cuando estaba en Galicia", explica una persona que desarrolló en Valmiñor una de las iniciativas estrella de la plataforma: el Proyecto Gondomar. Este consiste en un taller de confección formado por mujeres en esta localidad pontevedresa que desde el año pasado cose los artículos de Esta bolsa tiene tela, un proyecto de FFF consistente en elaborar bolsas de tela de algodón ecológico de India.

Por una parte, los agricultores indios escogidos cultivan algodón ecológico en lugar de transgénico; recibiendo un precio justo por el mismo. Este algodón llega a Valmiñor donde se elaboran las bolsas en un taller gallego. La venta contribuye también a un proyecto social en India.

Almazán recuerda que "desde que hace cinco años hablaba de ecológico y nadie sabía lo que era. Esto ha cambiado muchísimo. Ahora hay cada vez más empresas pequeñas y medianas interesadas en producir localmente porque ven que producir pequeñas cantidades fuera no resulta".

Considera también que la moda ecológica "está en tendencia" al tiempo que augura que en el futuro "despertará más interés y después se estabilizará" siguiendo a países como Alemania o los escandinavos.

Para ella, la llave radica en la concienciación: "Como consumidor, explica, debes plantearte ante una prenda: qué pasa a nivel social si la compro, a nivel ambiental; a las personas que la fabrican y qué me pasa a mí. Una camiseta muy barata puede durar en buenas condiciones dos meses. A lo mejor, no resulta tan barata. Después está el tema de las alergias. Hay niños cuya salud cambia de la noche al día al cambiarles el tenido del pijama. Los típicos vaqueros que te tiñen de azul la pierna pueden provocar alergia. Te están diciendo que ese tinte es tan malo que pasa a tu piel y tu cuerpo lo absorbe".