Viajar al espacio dejará definitivamente en los próximos años de ser una odisea de ciencia ficción para convertirse en un plan vacacional de millonarios dispuestos a pagar cantidades estratosféricas por realizar un viaje orbital organizado o un "crucero" a la Luna con vistas al planeta azul.

Tras los astronautas de carrera, serán los turistas los siguientes humanos en disfrutar de la ingravidez, los menús deshidratados y el paisaje terrícola desde lo alto con la única misión de vivir una experiencia inolvidable.

El precio del billete será, por el momento, asequible solo para unos pocos. La tarifa más barata se sitúa en 95.000 dólares por persona por un vuelo suborbital.

La explotación comercial a través de la inversión privada ha pasado a ser la gran alternativa para financiar la exploración espacial que hasta ahora se alimentaba de costosos programas públicos pagados por las grandes economías mundiales. Lejos quedan los tiempos del programa Apollo que permitió a Neil Armstrong darse un paseo lunar y más recientemente tocó a su fin la era de los transbordadores cuyo mantenimiento dejó de salir rentable. Vehículos como el Endeavour o el Discovery pasaron de acoplarse en la Estación Espacial Internacional (EEI) a estacionarse en museos de EE UU.

Ahora lo que se lleva es el SpaceShipTwo (SS2) de Virgin Galactic, del potentado británico Richard Branson; el Dragon de SpaceX, compañía del fundador de PayPal, Elon Musk; el New Shepard de Blue Origin, empresa del creador de Amazon Jeff Bezos; o el Lynx, de XCOR Aerospace, proyecto levantado por un ex de Intel, Jeff Greason. El SS2 rebasó esta semana la barrera del sonido en un vuelo de prueba que despegó desde California, y según Branson, su nave, un avión con capacidad para 6 pasajeros y dos pilotos, estará lista para finales de 2013.

El SS2 ofrece plazas por 200.000 dólares para participar en este viaje suborbital compartido, incluido traje espacial de diseño y experiencia de ingravidez. Artistas como Ashton Kutcher, Tom Hanks, Angelina Jolie y Katie Perry son algunos de los cientos de personas que han dejado ya un depósito de 20.000 dólares para garantizarse un sitio en el SS2, que es el prototipo más avanzado de todos los que compiten por poner a los turistas en órbita. XCOR trata de diferenciarse de sus competidores prometiendo "algo realmente de astronauta" que consiste en sentar al viajero en la cabina del piloto de su Lynx por el módico precio de 95.000 dólares. El vehículo no estará listo hasta 2014.