El papa Francisco denunció ayer que, además de la pobreza material, en el mundo hay una pobreza espiritual que es la dictadura del relativismo, y exhortó a intensificar el diálogo entre las distintas religiones, especialmente con el islam, y con los no creyentes. El Papa recibió ayer en audiencia en la monumental sala Regia del Vaticano a los embajadores de los 180 estados con los que la Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas, ante los que resaltó que a la Iglesia le preocupa la paz y el bienestar de todos los hombres de la tierra.

El nuevo Pontífice recordó que eligió el nombre de Francisco pensando en el santo de Asís, apreciado por creyentes y no creyentes, y por el amor que tenía a los pobres y la defensa de la creación. "¡Cuántos pobres hay todavía en el mundo! Y ¡cuánto sufrimiento afrontan estas personas! La Iglesia siempre ha tratado de proteger en todos los rincones de la tierra a los que sufren por la indigencia, y en muchos de vuestros países podéis constatar la generosa obra de esos cristianos que se esfuerzan por ayudar a los enfermos, a los huérfanos, a quienes no tienen hogar y a todos los marginados, construyendo una sociedad más humana y justa", dijo.

Pero hay otra pobreza, subrayó el Papa, que es la pobreza espiritual de nuestros días, que afecta "gravemente" a los países considerados más ricos. "Es lo que mi predecesor, Benedicto XVI, llama la dictadura del relativismo, que deja a cada uno como medida de sí mismo y pone en peligro la convivencia entre los hombres", denunció.

El Papa abogó ante los diplomáticos por construir la paz, pero advirtió de que no puede haber verdadera paz "si cada uno reclama siempre y solo su propio derecho, sin preocuparse al mismo tiempo del bien de los demás, de todos, a partir ya de la naturaleza, que acomuna a todo ser humano en esta tierra".

El papa Francisco invitó al diálogo entre los pueblos y, tras recordar que uno de los títulos del Obispo de Roma es Pontífice, "es decir, el que construye puentes, con Dios y entre los hombres", exhortó a construir puentes entre todos los hombres, "de modo que cada uno pueda encontrar en el otro no un enemigo, no un contendiente, sino un hermano para acogerlo y abrazarlo". "En esa tarea de diálogo entre culturas es fundamental el papel de la religión", resaltó.

"En efecto, no se pueden construir puentes entre los hombres olvidándose de Dios. Pero también es cierto lo contrario: no se pueden vivir auténticas relaciones con Dios ignorando a los demás", afirmó. El Papa subrayó que, por ello, es importante intensificar el diálogo entre las distintas religiones, en primer lugar con el islam.

El papa Francisco apreció mucho la presencia durante la misa de inicio de su pontificado, el 19 de marzo, de tantas autoridades civiles y religiosas del mundo islámico. También abogó por intensificar la relación con los no creyentes.