"Vigo está muy pero que muy tocado por la pobreza. La brecha social entre ricos y pobres aumentó más de un 30%, pero no puedo decir en cuánto. Sé que es bastante superior ya que de los cinco ejes económicos de la ciudad, tres y medio están en crisis; pero está enmascarado por el rural. En mi aldea, en la provincia de Ourense, antes había cuatro o cinco huertos, ahora hay 25", señala Ángel Dorrego, responsable de Cáritas Vigo.

A su juicio, la ciudad olívica no evidencia más la pobreza que hay en ella debido al cinturón rural que la rodea y la procedencia de aldeas de un gran porcentaje de la población. "Por la idiosincrasia del pueblo gallego, la familia es la que apoya en estas situaciones. Es -señala- el matriarcado el que ayuda, el que da comida de los cultivos y el ganado del rural. La mejor ONG que hay en España es la familia tradicional. Si no fuera por ella, habría una revuelta social. No hay país que pueda resistir este índice de pobreza varios años".

Para Dorrego, la sociedad viguesa, gallega y española está "en estos momentos, fracturada, con una gran desigualdad, los ricos son cada vez más ricos y los pobres, cada vez más pobres. Cuanto más tiempo pase más difícil será que los pobres salgan de la exclusión".

El responsable de Cáritas Vigo señala que "hay una cantidad tremenda de gente que no tiene nada en estos momentos tras tener que cerrar sus negocios. Eran autónomos donde estaba el matrimonio y un empleado y que tuvieron que cerrar la compañía".

Según Dorrego, la situación económica de la ciudad -su poder adquisitivo- ha caído a niveles de los años 80".

Opinó que el trabajo ha dejado de ser un derecho para convertirse en "un privilegio". Para él, hay que "generar esperanza" pero también debe haber un cambio en los valores, primando "la solidaridad y generosidad" y abandonando el despilfarro.