En un nuevo alarde de soltura comunicativa, el Papa Francisco reivindicó ayer "una Iglesia pobre y para los pobres" al explicar por qué eligió el nombre del San Francisco de Asís. Estas palabras las pronunció en el marco de una audiencia concedida a la prensa internacional que ha seguido el reciente cónclave, un encuentro en el que, además, el Pontífice desveló algunos detalles de lo ocurrido en el interior de la Capilla Sixtina.

"¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!", exclamó Jorge Mario Bergoglio arrancando un fuerte aplauso de los presentes en la gigantesca Aula Pablo VI del Vaticano. El Pontífice explicó por qué eligió el nombre de Francisco, en referencia al santo de Asís. "Durante mi elección, tenía junto a mí al arzobispo emérito de Sao Paulo, el cardenal Claudio Hummes, un gran amigo, que cuando el asunto se empezaba a poner peligroso, me confortaba", explicó. Y añadió:"Cuando los votos llegaron a los dos tercios y los cardenales aplaudieron, él me abrazo y me besó y me dijo: "No te olvides de los pobres"".

Esa palabra (pobres) le impactó: "Enseguida, en relación a los pobres, pensé en san Francisco de Asís, en seguida pensé en los pobres, en las guerras. Mientras, el escrutinio proseguía... Y así me vino un nombre en el corazón: Francisco de Asís, Francisco el hombre de la pobreza, de la paz, que ama y cuida lo creado, el hombre que da este sentido de la paz, el hombre pobre".

Entre risas, el Papa relató algunas anécdotas del cónclave. Explicó que algunos cardenales le pidieron que se llamase Adriano, en honor de Adriano VI, conocido como el "reformista", o incluso le propusieron el nombre de Clemente XV para "vengarse" de Clemente XIV, quien suprimió la orden de los jesuitas.

Antes de explicar la elección de su nombre, Francisco agradeció a toda la prensa su trabajo y reconoció la dificultad de informar sobre los eventos de la Iglesia, dado que "que no son una categoría mundana y por ello no son fáciles de comunicar a un público vasto y heterogéneo". "La iglesia no tiene una naturaleza política, sino espiritual", precisó. "Es el santo pueblo de Dios que camina hacia el encuentro con Jesucristo. Cristo es el centro, no el sucesor de Pedro. Cristo es la referencia fundamental. Sin Él, Pedro y la Iglesia no existirían, no tendrían razón de ser. Cristo está presente y guía su Iglesia, como dijo Benedicto XVI".

El Papa argentino subrayó que "el protagonista es el Espíritu Santo que ha inspirado a Benedicto XVI para tomar la decisión que ha tomado para el bien de la Iglesia". Y apostilló: "Es importante tener este horizonte interpretativo para focalizar los eventos de estos días".

El Pontífice exhortó a los profesionales de la comunicación a trabajar con serenidad y a conocer mejor el Evangelio, y también a "conocer la verdadera realidad de la Iglesia, conocer las motivaciones que la guían". Asimismo, planteó una reflexión: "Vuestro trabajo necesita de estudio, sensibilidad y experiencia, como tantas otras profesiones; si bien comporta una particular atención hacia la verdad, la bondad y la belleza, y esto nos vuelve particularmente cercanos". Y profundizó en la misma idea: "Porque la Iglesia existe para comunicar la Verdad, la Bondad y la Belleza en persona, o sea, a Jesucristo". En esta línea, instó a los informadores a comunicar "no a nosotros mismos, sino a esta trilogía existencial".

Tras saludar a una delegación de los periodistas, el Papa Bergoglio impartió la bendición a los presentes y lo hizo en español. "Muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia Católica, y otros no son creyentes, pero respetando la conciencia de cada uno os doy mi bendición sabiendo que cada uno de vosotros es hijo de Dios. ¡Qué Dios os bendiga!", dijo.

La española Cristina del Olmo, que trabaja en la Oficina de Prensa de la Conferencia Episcopal Española, fue la única periodista española que pudo saludar al Papa. "Me transmitió mucha cercanía, mucho cariño", destacó. Y le pidió: "Rece por nosotros". A lo que el Papa Francisco respondió: "Lo haré, pero vosotros rezad por mí".

Por otra parte, el nuevo Papa confirmó, "hasta que se disponga lo contrario", a los altos cargos de la curia vaticana, que cesaron automáticamente con la renuncia de Benedicto XVI, como establece la normativa de la Santa Sede.